Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Notidisparate existencial:



Iniciando con algo tan cotidiano, vamos que lo cotidiano es lo que se vuelve rutina en consecuencia “normal”. Lo normal tiene ese efecto, atiéndase que no es pasajero, se va afianzando en el sentir sin sentir, te irá –sin que des cuenta- definiendo la regla, la forma de vivir y entender lo posible en lo que en su momento fue discutible; inaceptable pero simplemente lo enterraste tanto que olvidaste que era importante cuestionarlo, discutirlo. 
En plena comida-diseño de cena de maestros en la que compartí con amigos, sí, aunque difícil sea creer dos de tres, dos son amigos que me permito incluir en esa lista tan difícil –y exquisita- de mis entrañables; mis amigos por lo regular llevan, llevamos una trozo de vida compartido. Ahí compartimos ese desdén hecho placer de sopesar nuestra edad, nuestra (s) aventura (s) en recuerdo de lugares y hechos que se hacen el respiro entre tanta costra (la cicatriz ojalá fuese la conducción del recordatorio). En ese seguir de discursos que me arrancan la ansiedad, la risa y la estufa que me saqué (odia mis epifanías analista. La vida te habla de extrañas y absurdas formas), que me calló mis designios de poca fortuna, sí, soy reduccionista como tú, aquél y tú también. Entre palabras y piernas cruzadas, cigarros en lugares no consumibles en lo que vale madres, en los que pedimos ser escuchados. Por el humo llegamos entre tantas benevolencias a Víctor Trujillo y su primer silencio con la Madow, en la que su cuerpo hablaba y la boca era silenciada; el día que se le ocurre hablar sus sonidos le hicieron puta, insolente. Trujillo lo sabía, lo presagió, tan es así que la segunda al ruedo del payaso comprado debió usar máscara, sin bozal forzado, ahora habla en acento español de conquista y con tetas y nalgas que se vuelven su expresión en una máscara que, si no das cuenta mujer –y sé que te vale madres- te quita el rostro, o sea, tú no importas, importa tu carne de la cual tanto te preocupas, nos preocupamos. Nos vamos juntos. Podrías ser cualquiera volviéndote cualquiera.
… Esos y otros delirios, entre un pendejo yucateco de las seis de la mañana se vuelve, le concedes ser tu líder de opinión.
Tu consumo, ahora no pensado en género se hace del versus de dos lords: el que se quitó la camisa para hacerte sentir que es pueblo, que es real, que es apasionado de tus pasiones trasnochadas de un águila amarilla patriotera y de un león verde que te muerde despacio y del que crees que no hace daño; ambos te arrancan la atención y más (todos aquí somos permisivos). Porque tu atención no atiende a la ola de reformas (y a muchas cosas), a tu seguridad que estúpidos izquierdosos “defienden” en trusa mientras que los trajeados ya firmaron con el diablo más pinche que puede haber, es como el diablo de la lotería, es decir, estaba cantado ¿Qué pensabas? ¿De qué iba tu revolución?
Si de verdad acordonas, no sólo obstruyas, haz que arda, quema el lugar (me enteró del árbol de Reforma y me siento tan profético como la ciencia ficción). Quema las naves, pero literal, de cenizas –literal otra vez- arma, armemos el cuerpo imperfecto para dentro de 200, 300, 500 años en los que posiblemente podamos REFORMAR este colosal desmadre. Ahora que quemas, arde en esa molestia que algún día tuvo el difunto Mandela, sí el viejito de Sudáfrica que pasó en su funeral a segundo plano por las pizperetas maniobras del coqueteo marital y gubernamental. México no sólo es novela, el mundo es la novela grandota, el bestseller chafa de la humanidad.
Y volvemos, cerramos en el origen de la doble moral, hechos que en pruebas expreso: un caza- recompensas huye del gabacho después de secuestrar y torturar a los familiares de un convicto. Llega a Veracruz, de nombre latino pero de apariencia extranjera (no es que el latino no sea extranjero, digamos que esa apariencia no es del todo estimada), se hace pasar por pastor de iglesia y las ovejas le dan su fe ¿Qué habrán sentido estas personas cuando se enteraron de que su guía no era más que un hambriento no de la palabra de Dios, sino de las jugosas recompensas? ¿Qué se siente vivir entre una galaxia, en un planeta, en un continente, en un país, en un Estado, en una ciudad, en una colonia, en una casa, en uno mismo?
Yo siento esto.

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