Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

sábado, 28 de julio de 2012

Óptica de una trilogía





Y sí, cumplió y de qué forma. 
Llevar un comic a la pantalla siempre será sinónimo de complejidad, y vamos, cualquiera podría hacerlo, siempre cuando se tenga el capital requerido, así como la franquicia idónea, pero cuando el proyecto recae en las manos de sujetos (léase Christopher Nolan y su equipo) que reconocen y saben del valor esencial del lenguaje cinematográfico (básicamente simbólico) el resultado es totalmente grandioso. La figura de un héroe es –y será- una inscripción permanente de cualquier sociedad, en estas figuras yace la intención del ideal de cualquier cultura, inscribimos en la figura heroica todo aquello que en razón colectiva no podemos ser, y es entonces menester buscar un individuo en donde se vacíen todos esos deseos. Nolan lo supo desde su Batman Begins, inscrito en una gran tragedia narrada en la pérdida irreparable de un sujeto, alternada a su vez por la pérdida de una sociedad, rebasada en sus deseos y placeres, aplastada en su propia miseria. El requerimiento pues era un símbolo, algo fuera de las leyes, de la idea general –y caduca- de lo que podríamos entender por justicia. La naturaleza humana de Batman es la naturaleza de todos, el equiparable sentido de lo dubitativo, en el encono de lo público y lo privado; la eficacia de nuestra sombra parida en nuestros –muchos- sacrificios.
¿Y podría un héroe perder la razón? ¿Perder el sentido de sus propósitos? Parece que sí, esto será suministrado por eso que tanto despreciamos de nosotros mismos y que se aloja –ocasionalmente- en otros, de aquello en lo que parece que no tenemos control, de naturaleza irracional y de sed compulsiva, la compulsión por el caos (autodestrucción), la anarquía de todos en un hombre: Joker, The Dark Knight conlleva al héroe hacer un reacomodo de sus designios, sin embargo tendrá que formularlos desde las entrañas de la amoralidad, del sinsentido. Esto fue magistralmente expresado por Heath Ledger (primera tragedia no ficcional, vendrían dos más). Why So Serious? ¿Mantenerse en seriedad, en formalidad? imposible de hacerlo en un mundo que se agita como un pez sonriente fuera del agua.
Para entender el mundo (externo e interno) debe sopesarse en sus ruinas, entre un frio invierno que quema el espíritu, aquel que entierra a sus protectores mandándoles a un pozo en donde la perpetuidad del salir se vuelve el único sentido de vida. Al héroe deberá quitársele la venda de los ojos; los acomodos nadie dice que son sencillos, habrá que resurgir, ascender, habrá pues que quebrase y entender que la fortaleza está en el espíritu. Mandar al exilio a nuestros torturadores, su andar en la fragilidad del hielo, en la sensibilidad de la naturaleza como juez –y ejecutor- único de los pecados del hombre. Resurge entonces el murciélago, ávido de esperanza, entre las ruinas de los desvalidos. No hay éxodo, construir y convertirse en héroes desde la propia tierra devastada. Otros tomaron el manto, otros proseguirán en la lucha. Nolan nos dice al final que todos somos héroes, y los héroes sólo subsisten en las batallas eternas.
*Batman Forever.
*Acierto Gabo.

martes, 24 de julio de 2012

Mi entera preocupación





Ocupado y preocupado por no preocuparme… ¡Ya está! Me preocupa no encontrar algo que hasta este momento no había estado buscando ¿Dónde estará? ¿Y si no lo encuentro? Tal vez debería dejar de buscarlo, es preocuparse de más. Pero ya me obstiné; sé bien que de no encontrarlo no podré realizar lo siguiente que, en sí, no sabía de su hacer hasta que me acordé que tenía que encontrar esto. Ahí la importancia de buscarle, de encontrarle y de preocuparme.
¿Qué buscaba? ¡Qué angustia!, lo olvidé.

sábado, 21 de julio de 2012

Anjelica Huston



Anjelica Huston es esa clase de mujer de la que lucubras unas o muchas tragedias en su pasado, haciéndole cada una de esas penas más atractiva. El pelo largo y negro siempre parte de su estilo, su nariz –me parece- motivo de su desinhibición, parte de su encanto. Jack Nicholson lo supo por largo tiempo.
Actoralmente genuina, muchos de sus filmes lo confirman; reconocida por la academia ya en una ocasión, así como el hecho de ser parte de algunos jurados en diversos festivales cinematográficos: Cannes y San Sebastián. Su filmografía es basta, y si bien muchos de sus papeles han estado impregnados por el dramatismo debemos reconocer su versatilidad, esto lo podemos ver en: El honor de la familia Prizzi con Nicholson y dirigida por su padre John Huston, The Grifters, En Crímenes y pecados de Allen, La Familia Adams, en la excelente Buffalo 66 y en las sin desperdicio alguno Royal Tenenbaums, Life Aquatic y Viaje a Darjeeling de Wes Anderson.
Casada, activista, madura y atractiva, razones para ser platónica.

Zully Keith





El caso de Zully Keith se explica en una sola década, los setentas. Fueron muchas sus apariciones en el programa de humor inverosímil: “Ensalada de locos”, uno de los mejores programas cómicos del país. 
Además de ser una mujer de belleza muy en los cánones de su época, se caracterizaba por su humor y gracia espontánea. Sus intervenciones en los muchos sketchs acompañada de Héctor Lechuga, Alejandro Suárez y el “Loco” Valdés, serán inolvidables e irrepetibles. Sus ojos eran tal vez el especial de esta mujer, aunadas–justas- las razones ya mencionadas.
Al parecer terminó haciendo telenovelas, su gracia y encanto en este caso se esfumó. Una platónica definitivamente.

Isabelle Adjani




Hoy toca el turno a Isabelle Adjani, actriz parisina de ojos grandes, cabellera laberíntica y de labios sugerentes; en belleza, misterio y locuacidad se resume. Me atrapó en la ya clásica “El inquilino” de Polanski, después en Nosferatu (la de finales de los 70s), fue suficiente. Imaginar estar en un cine viendo a Bruce Lee en “Operación Dragón” mientras este encanto te toca la entrepierna y a la vez te susurra en el oído: “Sabes, hoy quiero estrellarme…” Histriónicamente irresistible.
Véase en –las mencionadas- “El Inquilino”, “Nosferatu” y “Diabolique”.

Angélica María




La llamada novia de México, Angélica María es una mujer de belleza única; un rostro distinto al resto de su época de gloria (60s), y de belleza disidente en la década de los 70s. En mera suposición, al menos en la denotación de su estética, es casi seguro pensar que en ella se combina (o) hermosura e inteligencia, resultado, inspiración ¿Alguien dijo José Agustín? 
Tres básicas de su filmografía: 5 de chocolate y 1 de fresa, Ya sé quién eres (te he estado observando) y La verdadera vocación de Magdalena (cameos del Festival de Avándaro, actúan también la Revolución de Emiliano Zapata).

Rebeca Iturbide





Rebeca Iturbide. Jefa de estética en el cine mexicano, actriz mediana pero dotada de una figura cautivante, pregúntenle a Germán Valdez y al charro más fresa Jorge Negrete. Véase: “El revoltoso” y “Ay amor… cómo me has puesto” ambas dirigidas por Gilberto Martínez Solares y estelarizadas por Tin Tán.

Susan Sarandon





Las platónicas:
Iniciamos con la encantadora Susan Sarandon, actriz de alcance y bella mujer; siendo ya una mujer madura continúa teniendo ese atractivo singular (ojos y un busto generoso). Se recomienda verle en: The Rocky Horror Picture Show, Las brujas de Eastwick, El Ansia y Light Sleeper.

martes, 10 de julio de 2012

El refugio final


                              Spellbound (1945)




El gran inconveniente de los finales es que la mayor parte de ellos son pasados desmoronados, otros tantos se convierten en nostalgia, en anhelo. Son tan dolorosos los finales dicen muchos. Su lado amable, igual presente, es ser causa permanente en el individuo, en los hechos del hombre -no los del cosmos- hay un final en cualquier parte, cuestión de crearle o de encontrarle. 
Mencionaré algunos finales insertos en la cotidianidad, de esos en los que nos escurrimos, en los que delicadamente nos vamos cerrando, el nacer de empezar:
El final de un día, es enteramente uno de esos finales que nos dejan prendidos a su influencia y experiencia, tan quisiéramos se extendiera o muriera de una buena vez. Borrarlo, rogarían otros  ante un hecho que tuvo un final catastrófico en sus vidas: un gris instante.
Los finales de un viaje. Llega a tu destino, terminar una visita; el gran horror de volver, depositarse una vez más. Llegar por fin, tal vez morir, sin la garantía de ser un fin, un final. La muerte y la locura no necesariamente deben ser finales, y menos refugios.
El final incierto, en lo que no sabemos si acabó o inició. Esas muchas cosas que parecen estar vivas respirando de incógnitas. Aclaremos que en algunos momentos son un “mal necesario”, dado que son creadoras de expectativas, de imaginantes de desenlaces, de finales.
El final de una partida.  El peor de los sentires en ella se halla cuando el juego ha parecido volverse eterno, aún tan divertido (pervertido) o doloroso sea de contenido. Al final se topa uno con la ausencia de la emoción, de la estrategia, de la inteligencia.
La ruptura de un amor. Otro de esos finales que pueden perpetuarse, llevarte a otros finales. Un mismo fin pero en realidades distintas. Y al final todo parece si terminar.
El final de una película. Dando por hecho que es una película de las muchas interiorizadas; tierra fértil de utopías y distopías de incontables inconscientes. Te aferras a tu butaca, pidiendo que siga, que se escriba sobre tu posible fin, en donde mueres trágicamente pero mitificado o en la crueldad psicótica del existir, en el paraíso –el de tus sueños- , en el ideal deformado. El final prometido.
El fin de los tiempos. Final negado conscientemente, deseado inconscientemente. Final estandarizado en el diario vivir (calendarizaciones, los cumpleaños, las fechas, las efemérides, los tiempos,  las celebraciones, en los ritos). Pero ninguno purifica como el fin de fines, la aniquilación de lo que existe. Considerar que éste siempre es simbólico, esto no le resta  poder solidificarse, eso sí, en formas no correspondientes a lo planeado. La premonición, la profecía plasman, el hombre legitima. Un cierre –periódico- escrito en sangre, la que al final permite empezar otra vez, entre ruinas.