Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

martes, 31 de marzo de 2015

Notidisparates


Lo único rescatable del largometraje “Chapiee” del mismo director de la gran película de contenido de guetos, in-tolerancia y de experimentación-desplazamiento en el otro “Sector 9”, es recordar algo tan básico que es yuxtapuesto en lo milagroso. Ese milagro es la condición misma de ser humano a obviedad o medio –llevado de manera inadecuada en la Inteligencia artificial- ; el resto del filme es prescindir de la misma fórmula, hasta de la localidad (Johannesburgo), a única variación la máquina por el alien, luego, pan con lo mismo…mi agitación vino en una escena irrelevante en donde la EMOCIÓN-CAPACIDAD DE ASOMBRO como primer acto primigenio me conmovió a la par de extasiarme de ser un ser- humano (o ésto es efecto de mi crisis de edad o es efecto de volver a lo básico para entender el resto, o de la desesperanza paupérrima que vivimos actualmente, o de análisis forzados…). 
Mi comodín frecuente en tertulias en esta semana que murió fue el del siniestro aéreo de Germanwings, me hice de una teoría, una idea que se ve empujada por la desconfianza de lo informado, por la paranoia como combustible colectivo e individual, ajá y hasta por postura de “profesional” de esos menesteres. Y va de esto: no supongo, confirmo que cualquier aerolínea de renombre se encuentra regida por fuertes filtros de seguridad y calidad tanto para sus aeronaves y para quienes desarrollan algún tipo de actividad en éstas (desde la limpieza, la atención al pasajero, quienes les pilotean, mecánicos, etc.); no me alejo de nuestro permanente error humano, el equívoco, y como muchos casos lo registran, la mayor parte de estos accidentes responden sin duda al descuido, la distracción y la sobreconfianza humana. Ahora bien, desde una perspectiva clínica la depresión tiene como rasgo particular el ausentismo con lo otro, con los otros y al final consigo mismo , en el caso de que la depresión se volcase a una idea o acción suicida como generalidad, el daño físico responde al daño del constructor de la incidencia, es decir el depresivo-suicida. La elaboración, forma y ejecución regularmente compenetra al espacio individual, es decir, el daño a priori ubica un espacio en el que de manera más que consciente desplaza al resto –la comunidad- determinándose de esa forma la llamada soledad por angustia. Considerando que el suicida recurriera –esto sí inconscientemente- al espacio público es motivo de simbolizar su muerte, ya sea por motivos del espacio elegido (espacio-identidad) o por perpetuarse en dicho lugar (inmolación por ejemplo); el instrumento o arma se instaura así mismo en la significación de la muerte por mano propia, siendo éste un equivalente del desprecio, el masoquismo y la postergación o la acotación del dolor del suicida. El suicida “sacrifica” su propia vida buscando la liberación de su tensión, en remotos casos habría un daño colateral como resultado, entendiéndolo en el estricto sentido de un daño físico a los otros, especificando, el posible daño otorgado tiene otro cause, a nivel emocional, traumático, financiero o del ausentismo del ser suicida con sus seres queridos, quienes lo apreciaban, quienes le echaran de menos por no poder reclamarle los adeudos de afecto, sus irresponsabilidades y responsabilidades. Si la correspondencia de desprenderse del acto de vivir solicita de la muerte de otros tendría que pensarse no específicamente en la depresión; si extendemos la idea-intención esto nos lleva a otros terrenos, los terrenos mismos del fundamentalismo, en donde el ejecutor es el “arma” misma para dar sentido, realismo exacerbado a un tipo de ideología o creencia (terrorismo). Sí el sujeto se sacrifica no por liberarse de algún tipo de angustia, preocupación, hartazgo o tensión, lo hace por una sociopatía influida por algo que le dio sentido a su vida, haciéndole creer que su existencia tenía un motivo (se ahorran la filosofía individual del estar y del hacer, no resta decir que es una introspección facilona). Por último, si hablamos del factor sociópata, no podemos ahuyentar otra condición humana que se polariza ante la depresión, el narcisismo ¿Qué tal si nuestro piloto saltó de su infravaloración a una sobrevaloración que lo estrelló en una conducta maníaca de desprecio a todo convirtiéndose en una consumación de legitimación sádica? Quizá.
Pastillas efectivas de cianuro para la declaración de Peña Nieto al referir que Julión -qué nombre, no cabe duda que nuestra actual situación evidencia el humor no como algo de índole reflexivo sino presto a la mera mofa que se toma en serio- Álvarez es un ejemplo para la juventud mexicana. Considero no amablemente que el señor limitaciones presidenciables debe asumir a la juventud mexicana como la juventud en éxtasis de otra broma de mal gusto llamada Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
Fin de catarsis.






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