Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

domingo, 17 de agosto de 2014

¿Por qué soñé eso?



Me dice mi sobrina al oído esperando que su abuela no la escuche.
-Tío soñé con la muñeca esa que puso ahí mi abuela, y te quiero contar.
En efecto ahí estaba la muñeca en un juguetero. Esa muñeca se la regalé a mi mamá hace muchos años, ¿su cumpleaños?,  un día de las madres tal vez; de no verla de nueva cuenta no la hubiera recordado, aunque ahora es seguro que no la olvidaré.
Le dije a mi sobrina que me contara, me emocioné. Reconocía que había sido tan extraño en ella ese sueño, el ver la muñeca lo hizo más grave para su entendimiento, del mío igual, eso precisamente me emocionó más. Ella simplemente necesitaba saber qué fue lo que pasó. Le agradezco mucho que me lo haya contado, conocer el inconsciente en los primeros años de revelación en una niña, en mi sobrina, es invaluable, único. Le escuché.
-Soñé que estaba en un cuarto, no era el de la casa anterior, ni éste, ni donde vivo con mi mamá,  no lo conocía. Estaba pintado todo de color blanco, y la muñeca me veía…
-¿Había muebles, objetos que reconocieras? ¿Sólo estabas con ella, no había nadie más?- Le interrumpí y pregunté muy inquieto. Comenzaba a contagiarme de su sensación, de su sentir.
-No había cosas,  nada. Nosotras nada más. Y comenzó a caminar hacia la puerta. Al llegar a la puerta me volteó a ver y me sonrió, se fue. Después el cuarto se comenzaba a poner de color verde y mi mamá llegó, luego me desperté.
Ambos entramos en un breve silencio. 
-¿Por qué soñé eso tío? -No dejaba de ver la muñeca y me pidió que mejor ya no habláramos de esto.  La abracé y le dije que no se preocupara, que averiguaríamos por qué soñó eso. Le di un beso y a continuación fotografié la muñeca.
Al final le pregunté si le gustaría que lo escribiera, dudó. Respondió dándome su autorización.

Aquí está Layla. 

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