Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

lunes, 14 de octubre de 2013

La insurgencia de mecha corta


Y parece que una vez más el levantamiento, la insurgencia, el estallido social sólo fue una llamarada (sin ánimo de convertirse en un incendio. El que debería hacer arder a lo impropio) de días, no trascendió como otras tantas veces, quizá la diferencia en esta ocasión fue que se le reprimió enérgicamente, una gran parte de los participantes han sido amedrentados. La postura del Estado ha sido clara: no inclusión al diálogo, anular las demandas, no tolerar la disidencia y enfrentarles con todas “las leyes” bajo el brazo. Días antes de que las catástrofes nos alcanzaran vía Golfo de México, vía Océano Pacífico ciertas responsabilidades volvían a caer en nuestras manos. Una tormenta se hizo presente, la imposición que en menos de un año de gobierno se hizo ver en sus multitudinarias Reformas. El Estado me parece que juega mal sus cartas, descarta el atributo (herencia que siguió al pie de letra sus antecesores, sus maestros) de ir dosificando las imposiciones, de ir maquilando los escenarios; ahora arremete impulsivamente, no considerando su propia disfuncionalidad, es como si lo que en realidad quisieran mostrarnos fuera su dominio, el control sobre nosotros, la subyugación que no debe recibir queja alguna. Hacernos ver que carecemos de la propiedad para decidir qué nos conviene ¿Y cómo vamos a tenerla? Si tenemos un gravísimo atraso respecto a la información que recibimos y sobre todo en la información que buscamos, desinformarnos ha sido nuestra tarea regular. Aquí sí nosotros lo decidimos quizá, por negación, por temor, pero sobre todo por no querer tomar las responsabilidades más básicas de cualquier conciudadano, de cualquiera que diga vivir en un espacio democrático: acción social. Nuestra limitación más fuerte es el desconocimiento de la política social, de la economía y de todas aquellas leyes que nos rigen y que, invitan a la participación social, aterrizándoles en responsabilidades compartidas: observatorios ciudadanos, propuestas, evaluación de nuestros funcionarios, de programas, autoevaluación, prevención, análisis, promoción, capacitación, etc.
No tengo nada en contra de las marchas, yo mismo he sido parte de algunos aglomerados y manifestaciones, y sí como todo individuo comparto mi indignación, grito consignas, arremeto contra quienes creo que nos han aporreado, humillado ¿Pero en qué instante tales demandas recaen en nosotros mismos? ¿Hasta qué momento estamos proponiendo un desarrollo social sin saber qué significa eso?
Las dos figuras que se contraponen -lo he dicho hasta el cansancio- están equivocadas. Retomemos la Reforma educativa, ésta puramente ha apuntado a intereses financieros, descolocar para acomodos de mejores postores (sindicatos, privativos); pánico a no tener una certidumbre financiera. Hasta el día de hoy NADIE abordó el tema de la educación como un tema menester para salir de este lodazal mental en el que nos encontramos. Al final sólo las mentadas de madre, la gente enfurecida por llegar tarde a sus trabajos, los padres hasta la madre de llevar a los hijos a sus espacios laborales y el millar de hijos cada vez más desvinculados del quehacer escolar; la televisión y otros distractores se encargaran de educarlos. Algunos dirán: pinches maestros que no lograron convocar e integrar a la ciudadanía, güevones ¿Era sólo asunto de ellos?, cómo lo harían si dimos cuenta que –desde el inicio- era tiro cantado; y volvemos a poner el dedo sobre la llaga: ¿Dónde estaban maestros cuando se les solicitó apoyo? Y no el de ser parte de las previas manifestaciones, no, el apoyo para formar gente pensante ¿Cuándo se preocuparon por informarse? ¿Hasta que sus propios intereses fueron violentados? ¿En realidad qué es la educación para ustedes? Es lógica maltrecha esa en donde el gobierno se sienta a “dialogar” con los propósitos de un movimiento social. Gran mentira, es una negociación en donde el padre gobierno le dice que olvidará todo, incluyendo (convenientemente) las golpizas que le arremetió, el otro (frágil de memoria) se siente ya no tan adverso con la figura que tanto desprecia pero de la que tanto –cree- que necesita. La lección ha sido aprendida, ahora es el momento en donde el padre otorga una recompensa al rebelde que ahora comprende que todo es por su bien, se enmienda en dirección a las aulas. Claro, no hay inasistencias, ningún sueldo caído, ningún reporte, nada de nada. Nadie es culpable, volvamos a lo mismo. Estrechemos nuestras manos y en el apretón te dejará una bonificación y uno que otro arrumaco financiero. En el caso de aplicar una Reforma será en varios años ¿De qué preocuparse?
Además queda claro que no entendemos nada, queda claro que el país no está listo para despertar pues no comprende en dónde está parado, no comprende que va cayendo en el precipicio, queriéndose ver de pie sin tener piernas, hablando de revoluciones y siendo tan dependiente. Concretamente creo que ese acto no se volvió a dar desde la primera década del siglo XX, y se dio porque un pueblo estaba jodidamente fastidiado, indignado de que se le ocupase como la peor de la putas, bueno ni eso, a una puta se le llega a tener ciertas consideraciones… Calles se enamoró de esa puta –y viceversa- y después todo lo que conocemos PRI (sic), partidismo, bla, bla. El pueblo era el fango atorado entre la carnosidad de las herraduras de sus bestias flacas y de ojos hundidos. En el presente, el mundo tiene sendas dificultades para indignarse ¿Cómo indignarse de lo indigno que propiamente soy yo? ¿Cómo ofenderme de lo que me alienta? ¿Cómo no lucrar con mi propia miseria? Que de algo sirva. Dirían los más cínicos “es mi derecho partirme la madre cómo quiera”. Y así ha sido partirse la madre consumiendo tanto estiércol mediático, siempre y cuando lo queramos.
Ahora que el lunes regresas a las aulas maestro espero que no regreses con la misma actitud, con las mismas limitaciones, con el mismo desdén, con el mismo “método”, desecha todos tus vicios. Piénsalo de esta forma: sí, efectivamente poco pudiste hacer al manifestarte, sí, el temor te paralizó dado que nunca habías estado tan fuera de tu área de confort. Sin lugar a dudas te sensibilizaste, al menos un par de días te hiciste escuchar; tuviste (si así lo quisiste) que informarte, tuviste que organizarte, tuviste que reconocer tus derechos y en tanto tus obligaciones, rompiste ciertos cordones umbilicales que te tenían atado. En realidad podemos decir que conociste una identidad colegiada sí, pero que al final te puso en los zapatos, te identificó como alguien que también pierde en este tortuoso territorio. Si deseas proseguir, si quieres seguir en la lucha, perfílate con tus alumnos, hazles saber que el mundo no sólo es trabajo, ganancias y descanso. Comienza por enseñarles a sentir, invítalos a ver esas partes del mundo que tú también ignorabas, ahórrales tiempo. Diles que no todo lo que ven y sientan es real, diles que se conozcan ellos mismos, diles que pueden opinar, diles que si leen, que si se preparan será muy difícil que cualquier individuo, gobierno (legitimo o no) les controlé. Diles que desde ese momento ellos tienen una gran responsabilidad cívica y en tanto que el ejecutarle les dará bases, sentido de vida. Y piensa que tal vez uno de esos estudiantes será el quien encabece esa lucha que a ti te correspondió siempre luchar desde el aula.
Cada uno desde su trinchera tiene la propiedad de revolucionar el pensamiento. Eso algún día será la única arma que derroque a lo impropio.

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