Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

martes, 8 de mayo de 2012

De ser vagabundo




Me consumiría en los parques y en los bosques de las ciudades, haría de ellos mi hogar. Cuidaría que no se les violente y se les estropeé. Las hojas secas de otoño siempre son una estupenda cama, allí tendría los mejores sueños de mi vida.
Entraría a los cafés internet y me haría cuentas de amigos muertos, el utilizar nombres de personas que descansan en el cementerio sería una opción. De cierta forma les daría vida, les fundamentaría dándoles continuidad a sus existencias. Yo* –crearía- escribiría sus vidas, y la vez, me desharía de la mía.
Me pararía afuera de algunas de las Universidades, Facultades, pensando en lo que pudo ser mi fin, y entraría en mí un miedo enorme al saberme que de haber sido así, estaría condenado a una oficina, un escritorio o bajo el mandato de un jefe desleal y deshumanizado. Mi cuerpo lo tendría en alquiler, mientras mi espíritu se hallaría extraviado.
Comería en las afueras de los mercados, al costado de sus fondas. Me permitiría ver el ir y venir de los comensales; me saborearía en el guisado que les escurre por la boca. El dueño del local como en otras tantas ocasiones se compadecería de mí y me daría tal vez una sobra de algún platillo.  
Me enamoraría, esta vez no de un alguien o un algo, estaría entregado y  rendido al amor de mí libertad, con la que ocasionalmente como en toda relación tendremos conflictos: el riesgo mismo de existir sería uno de esos muchos inconvenientes.
Fotografiaría mentalmente las estructuras que se desbaratan y todas aquellas que se levantan; vería –por horas- el correr del agua. Me liberaría de la pena de las circunstancias, del arraigado pensar del desastre, que en el resto vería tanto con el primer rayo del sol hasta la última luz que se apaga, pobres, pensaría. Me definiría en dos leyes: mi sentido común y mi libre albedrío. Jamás les contradiría o les traicionaría, el hacerlo sería no ser. Sería el abandonarme.

“Nómada, loco, noctambulo y  soñador. Un vagabundo, trono sin rey, templo sin dios*…”
Robi Draco Rosa 

No hay comentarios:

Publicar un comentario