Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

martes, 19 de abril de 2011

Incapacitada


En la mañana helada. No deseaba despegarse de la almohada, no quería ir a clases. Deseó que la maestra se cayera, se lastimará, que no pudiese ir a la escuela. En la reja, fría, vestida con un abrigo y una bufanda de la mano de su papá; la portera les dice a los padres que el segundo “B” no tendrá clase “la maestra tuvo un accidente y estará incapacitada por una semana”. Un día estaba viendo la tele, las noticias, informaban, trasmitían (trece años después) el audio completo del atentado a Reagan, aquel que inspiró a un loco enamorado de Jodie Foster, emulando a Taxi Driver. Era la película que esa noche había decidido ver. Repetidas veces decía que su gato en turno era la reencarnación de sus otros gatos, los muertos, que al llegar al número siete descansaría por fin. El día que murió el séptimo gato no dejó de tener pesadillas, noche tras noche, fue en su cumpleaños veintitrés. Un día me contó que cuando tuvo su primer periodo menstrual aconteció un eclipse solar, día en el que también se inició en la hechicería. La tercera vez que visitó el mar en compañía de su mamá ambas casi mueren ahogadas. Su madre cargándole en brazos caminó por varios minutos mar adentro, al despertar las dos estaban tendidas en la arena ante un tumulto de personas que las observaban absortas. Ese mismo día, más tarde, otra niña y su madre murieron ahogadas muy cerca de la zona en donde casi ellas perecen. Hojeando una revista científica notó en la portada los ojos y nariz de un rostro por demás familiar, la fotografía invitaba a un artículo relacionado con las fobias y a los ataques de pánico; una compañera del bachillerato tuvo la oportunidad de revisar la misma revista, le llamó y le dijo que el rostro que allí aparecía era inexplicablemente similar al de ella. Tres semanas después y como resultado de una fuerte resaca comenzó a sentir durante la comida que el corazón le explotaba, un sonido zumbante taladraba sus oídos, su campo de visión se tornó cilíndrico, luz blanca rodeaba la mesa y los rostros de sus padres, un fuerte respiro la trajo de vuelta. En sus fiestas infantiles siempre hubo payasos, fotografías lo atestiguan, payasos grasientos y mal maquillados; descubrió ya adolescente que dos de ellos eran mecánicos, descubrió entrada en los treinta que uno de ellos asesinó a la vecina cuando éste en un ataque bajó la abstinencia de alguna droga dura asestó veintitrés puñaladas en la viuda vecina. Una tía suya evangelizada hizo fortuna al sur del país. Tan grande samaritana de agradecimiento permanente dio asilo en repetidas ocasiones a otros evangelizados del mundo, contó que uno de ellos era tremendamente iluminado, meses vivió en su hogar, compartió; el lineal tiempo asomó mediáticamente en una noticia que casi opacó el futbol de ese mañana y la fe de una familia “hombre secuestra avión, dijo ser un enviado del cielo y que su acción correspondía a sensibilizar a los varones y las mujeres ante el fin eminente”. Hablaban del Iluminado. La tarde monótona, hostigante de la oficina le hizo pensar, enfrascarse en una forma odiosamente obsesiva en aquel chico que tanto le gustaba, se entregó a la ridícula fantasía del deseo, “deseo verlo en este instante y lo veré”, salió de la oficina por un algo a la calle. Al regreso una silueta iba tomando forma y el deseo solidificó. Le contó de esto al chico, más su interpretación se hizo lógica en una ciudad tan pequeña, la repentina lógica se devastó en respuesta de un poste de luz con su nombre, justo a un acostado de donde ellos hablaban. En una visita relámpago a una gran ciudad, y con minutos contados para llegar a la terminal fueron atrapados ella y su padre por una multitud deseosa de resolver incógnitas de la vida. Un viejo silencioso y su intérprete ofrecían respuestas en un parque. El intérprete hablaba a la concurrencia, describía los dones de aquel viejo, tenía la capacidad de saber quiénes y de dónde venían cada uno de los allí presentes, sus tormentos y soluciones; se presentó el turno de su padre, el viejo proseguía en una especie de trance, el intérprete habló: “usted es un hombre que viene de una ciudad del norte, está aquí por asuntos de trabajo, su trabajo se relaciona con la salud de la gente, es casado y medianamente feliz, la señorita que le acompaña es su hija, estudiante y parece ser que con muchos conflictos internos, el nombre de ambos es…” Su papá le tomó de la mano y se hicieron paso entre la multitud. Nada se habló durante el regreso en el autobús.
Ayer soñó que la atropellaba un autobús, para eso me habló, me dijo que le diga al jefe que hoy no se presentará. "Dile que una gripe terrible me tiene en cama".

1 comentario:

  1. Muy biennnn mi vaquero galáctico!!!! Hace mucho no te echabas un cuentecito como éste. Cortito, sustancioso e irrevente, de esos son los que me gustan acotados pero con maestria. Chido mi juanetes, gracias por compartir y dejarme leerte. Un beso grande.

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