Nancy Harkness Love
En el experimento aquel en donde tenía que llenar
con sustrato ferroso y activarle en magnesio todo se colapsó, qué demonios
podría yo saber que el combinar estos elementos tendría un resultado fatídico.
Siempre detesté la química, soy ajena –desde el tuétano- a los resultados que
puedan comprobarse científicamente. Esto no quiere decir que viva en una
realidad de ambigüedades y abstracciones benéficas a mis más ínfimos intereses.
¿Y por qué comienzo detallando estos aspectos de ingenuos accidentes de
secundaria? Sencillo, es la primera imagen acústica que vino, y miren que traté
de poner la mente en cero; estoy en mi sesión de meditación, ajá, adivinaron no
puedo meditar, concentrarme. Llevo casi un mes practicando la meditación,
sugerencia de la amiga de una amiga. Florecita me lo recomendó aquella tarde de
jueves cuando irrumpió en la mesa de aquel café mientras yo hablaba en cause
verborreico, me acompañaba Susana; resulta que Florecita es su mejor “amiguis”
de la preparatoria, sí, ese adjetivo utilizó Susana para darme razón y
presentación de la amiga aquella que cayó como bomba, las bombas por sentido de
la más pura lógica caen inesperadamente, son de condición y naturaleza
sorpresiva, creo entonces que ahí se sustenta la expresión cotidiana “Me cayó
como bomba” o la otra “Soltó la bomba” y así… Y entonces el efecto de su
llegada detuvo el torrente de mis palabras, iba en la parte en la que describía
mi incapacidad de concentrarme en una sola cosa, segura estoy que Florecita le
escuchó, lo supe por la sugerencia dada antes de despedirse acompañada del
estallido del ¡Muac! “Oye linda, bueno a ambas, hay un centro de estos naturistas-budistas
increíble, imagínense, tengo dos semanas apenas en él y me siento súper bien,
deberían ir eh. Bueno, me voy, gusto, bye…” Ay pinche Florecita me cortó la inspiración,
allá en el café y ahora aquí en plena meditación. Sí, hice caso a la vaga
recomendación, eso sí, busqué un horario en el que me fuera imposible toparla,
no toleraría otro de sus consejos New age
de vanguardia, no señor. ¿En qué estaba? Ah sí, debo concentrarme, ir hasta mi
interior. La ropa interior, confieso es mi debilidad, no me acusen de banal,
soy mujer, y si bien no comulgo con la “filosofía” de la D'alessio (cruz, cruz)
si me ocupa mucho mi comodidad y mi sensualidad, claro que sí. Ashh, aunque
seguro es que llegar a mi interior en nada se relaciona en mi gusto por la lencería.
Mujer concéntrate. Haré un poco de trampa, a ver, ¿Escena de concentración? ¿Relacionada
con el mundo interno? Aparece un pingüino, se desliza por el hielo, me dice
Slide! ¡Momento! Esa es la escena de una película, esa película que tanto le
gustaba a Ramiro, ah Ramiro ¿Qué será de él? ¿Qué estará haciendo? ¿Pensando
tal vez en mí? Ja, ¡Qué pinche loca!... El punto, el pingüino no podría ser mi
referente animal, de ser nahuala es lo último en lo que podría transformarme,
cuánta razón Tyler Durden. ¡Al diablo! Me largo de aquí, si he de encontrarme
será en el tráfico incesante de allá afuera, entre las estrechas y apiladas
calles repletas de rostros amontonados en gesticulaciones varías, me prenderé
el alma con turbosina, me veré al espejo y me mentaré la madre para después
darme un beso y chiquearme. Y al final me diré: calma mi niña, inmediato me
responderé: ¿Verdad qué puedo? Contestándome:“claro, ahora concéntrate y piensa
qué sigue…”
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