Los hijos de posguerra siempre estarán sentenciados a un trauma, deben pues buscar el incentivo para sublimarle. En el puerto de Liverpool uno de esos aditivos fue la música, es interesante dar cuenta cómo la influencia del colonizado sope
sa sobre el colonizador en tal rubro (léase Elvis, escúchese Delta Cats, estremézcase en Wanda Jackson); del salto de un chico queriendo olvidar las heridas de un bombardeo en su alma, rompiendo la rigidez de la existencia, de la crianza Bachiana, Tchaikovskiana a la instintiva suerte de Wild One ¿Alguien dijo Brando? Tendrá que venir un detonante, una razón de amor, del primer amor, y allí está como un sueño (Mr. Sandman), detrás de los verdes pastos, entre el tráfico de discos de 45 revoluciones a orillas de los muelles: Jazz por Vudú Blues (Jay Hawkins) y mucho humo de cigarro. En la cintura de una pelirroja de nombre Julia el muchacho de gafas –incisiva tragedia en la pasta de los anteojos; origen: Buddy Holly- encontrará el sentido de su rebeldía y de su redención, potencialmente musical. Hallará en esa madre la - irresistible y dolosa- forma del sexo y el rock and roll, incestuosa y quizá única forma de entender las razones del amor de una madre (Mother, Lennon).
¿Y papá? Le dirán que al volver de la guerra les olvidó; desde Nueva Zelanda escucha Rockin´Daddy y tú en Hamburgo con tu banda de la cual no recuerdo el nombre, dispuesto a triunfar ¿Porqué Dios no te hizo más parecido a Elvis? Quizá Dios tenía planes para un tal John, tal vez el sarcasmo y la tragedia serán alimento de un Nowhere Boy como tú.
¿Y papá? Le dirán que al volver de la guerra les olvidó; desde Nueva Zelanda escucha Rockin´Daddy y tú en Hamburgo con tu banda de la cual no recuerdo el nombre, dispuesto a triunfar ¿Porqué Dios no te hizo más parecido a Elvis? Quizá Dios tenía planes para un tal John, tal vez el sarcasmo y la tragedia serán alimento de un Nowhere Boy como tú.
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