Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

jueves, 28 de enero de 2010

Ortográfico equino


… Estaba en una carrera de autos –campo traviesa- al menos eso parecía. Mucho lodo y carros de grandes motores por doquier; este lugar se encontraba cerca de una calle de otro sueño. Noté a unos amigos de la secundaria entre la muchedumbre, identifiqué sobre todo a uno. Por cierto a su papá lo mataron –a balazos- a las afueras de un centro comercial; era policía, detective, agente, judicial... no sé. La cuestión, un jugador de futbol americano volaba literalmente a un lado mío, alguien le había dado un golpe fatal. Entonces la gente se alarmaba, no subían a sus autos. Optaron por cargarlos (una lógica razonable para ese momento) y corrieron hasta ya no verse. Mi amigo “Pedroza” –el del padre muerto- me jaló de un brazo para después empujarme adentro de su auto (nosotros no lo cargábamos), arrancaba. Viajabamos a gran velocidad. En el interior del auto había chicas en todos los sentidos. El camino de terracería ponía adrenalina; podía ver como las piedras –pequeñas- chocaban contra las llantas, "ya valimos madres" –dije-. Mi amigo se hundía en las risas. De pronto una estampida de caballos salvajes Mustang venían hacía nosotros, decidimos saltar todos del auto. Corríamos temerosos.
Qué alivio, una montaña de cubos de arena y alfalfa; escalé escapando de los caballos parlantes (recuerdo haberlos visto decirse algo). A la mitad de mi escape utilizaba los mismos cubos para atacarlos; algunos Mustang comenzaban a trepar. Arrojé dos –cubos-. La Montaña tambaleó, una mala idea. No sólo atacaba a los caballos Mustang -el más decisivo en darme alcance, el Mustang Burbuja- sino también a Pedroza y a las chicas sin sentido… En la cima de la montaña vi una gran muralla de ladrillos. Atrás de ésta se encontraba un parque de diversiones, –todo el tiempo fue oscuro- muchas luces; la poca gente que estaba ahí no dio cuenta de mi riesgo y temor. Lo que se encontraba relativamente cerca es –Caution: los objetos pueden aparentar estar más cerca de lo que parecen- una atracción jamás vista, un posible columpio rosa; iba y venía lentamente. Unos niños se mantenían muy cerca de él (la proximidad no tiene fundamento aquí), no eran participes del juego aunque, su posición al punto casi estático fue siempre alrededor del columpio. El vaivén de esa máquina producía una sensación de dejarte ir. Quizás esa misma sensación –terminé de entenderlo- seducía a los niños.
Logré cruzar el muro. Mi cuerpo se transformaba en una caja; arrastrándome por uno de mis cuatro lados entré a un castillo –encantador y vacio- de abundantes escaleras. Sentía la presencia de alguien. Una sombra diminuta me atormentaba. Otra sensación le designaron ser mi guía, así que subí, bajé, subí… fui lento.
Tropecé en una reina miniatura, ella tenía intenciones de matarme, mas mi amiga sensación -ahora parecía más intuición- me llevó a un auditorio repleto de estudiantes de colegio prestigiado. Iniciaban una exposición de cohetes u artefactos explosivos. Simpáticos todos. Es distinto ver mi cuerpo desde afuera convertido en una caja, es estar adentro de algo que eres tu mismo… de ahí los dedos de mi intuición me tocan, me llaman.
Llegué a una terraza. Dos enanitos templarios de piedra se pican los ojos entre sí. Los piquetes formaban sus gestos. Los dedos de la sensación comunicaron a una de mis tapas que ¡No!

8:30 AM. Ya deber estar fumando el cuarto o quinto cigarro, enojadísimo, recargado en el auto. Bah, él no sabe nada de cajas.

3 comentarios:

  1. Esto si que es una Fantasía Psiquiátrica... estar adentro de algo que eres tú mismo... claro!!!

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  2. Una vez soñé algo relacionado con un columpio y en efecto la sensación al desprenderte por los aires del artefacto es genial.Dejarse ir es la clave...

    Buena locura carnal

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