Como apuntó el autor Daniel Pinchbeck en el debut de la revista Arthur el pasado otoño, la magia está en marcha en el mundo. No importa que pienses que la magia es una potente metáfora, que es una noción de la realidad a ser tomada literalmente, o un autoengaño voluntario propio de perdedores gafotillas y amas de casa New Age. No importa. La magia está aquí, ahora, como fuerza cultural (Harry Potter, Buffy, Sabrina, El Señor de los Anillos, los Jedis y por supuesto, Black Sabbath), como parte de nuestra retórica diaria, y quizá, si así son tus preferencias, como algo verdaderamente perceptible, del mismo modo en que amor y sufrimiento son reales y aun así imposibles de cuantificar; experimentados por todos pero no tenidos en cuenta por el dogma del materialismo estricto en el que la mayor parte del Primer Mundo afirma "creer". La Magia está aquí.
Es la estación de la bruja. Y se podría argumentar que el personaje más "famoso" que practica abiertamente -brujo, mago, chamán- en Occidente es el autor de cómics británico Alan Moore. Puede que conozcas a Moore por el cómic de los 80 Watchmen, una magníficamente oscura historia, exquisitamente estructurada, que fabricó junto al artista Dave Gibbons, y que analizaba entre otras cosas a los superhéroes, la América de Nixo, el argumento de que "el fin justifica los medios", y la naturaleza del tiempo y del espacio. Watchmen fue un éxito de ventas y crítica, ganó numerosos premios, y convirtió al larguirucho Moore con su aspecto de Rasputín en una semiestrella pop durante un par de años. Watchmen reintrodujo la carita sonriente en el léxico visual, con el rastro de sangre con forma de aguja de reloj limpiada cuidadosamente por la escena rave de finales de los 80 y principios de los 90. La Rolling Stone retrataba amorosamente a Moore; fue invitado a talkshows de la televisión británica; era acosado en convenciones de comics; y tuvo una mención infame en la canción "Pop Will Eat Itself".
Retirándose horrorizado ante el estatus de celebridad que se le había endilgado, Moore dejó de aparecer en público. También desapareció de la industria del cómic, empeñado en perseguir proyectos creativos que tenían poco que ver con el horror, la fantasía, la ciencia ficción, y hombres adultos con capas. Algunos de estos proyectos, como el ambicioso Big Numbers, fracasaron; otros fueron éxitos de impulso retardado, que tardaron años en producirse, como From Hell (la novela gráfica de Jack el Destripador, de Moore y Eddie Campbell), Voice of the Fire (la contundente primera novela de Moore) y La Liga de los Hombres Extraordinarios (un inteligente jugueteo con historias de héroes victorianos en cómic, dibujado por Kevin O'Neill); y algunos otros fueron cómics de género hechos de buena fe, para pagar el alquiler y recuperar ciertos estándards de narrativa para un género (los cómics de superhéroes) en decadencia.
La fama de Moore se ha alzado en los últimos años, parcialmente gracias al abrazo de Hollywood. Este verano [2003] vimos la aparición de la segunda película basada en un cómic de Alan Moore, "La Liga de los Hombres Extraordinarios", con un presupuesto de 100 millones de dólares y protagonizada por Sean Connery. Pero tal como sucedió con la simplificación radical de los Hermanos Hughes de "From Hell" en 2001 (protagonizada por Johnny Depp y Heather Graham), la Liga sólo tendrá un parecido superficial a los comics en los que se inspiró. Esto se debe tanto a las típicas maquinaciones de Hollywood como a la absoluta inadaptabilidad de los cómics de Moore, trabajos pensados para ser cómics, y punto. Incluso Terry Gilliam no era capaz de ver forma alguna de hacer una película con Watchmen. Los cómics de Moore están atados a los atributos peculiares y maravillosos de los cómics tanto como es posible.
Los cómics son en sí donde llega la magia. El medio del cómic es una de las pocas industrias del entretenimiento masivo abiertas a gente en que se encuentran abiertamente temas que son considerados muy raros, que dan miedo, o que posiblemente son peligrosos. Alejandro Jodorowsky, más conocido por películas fuertemente ocultistas como "El Topo" y "La Montaña Sagrada", ha estado haciendo cómics felizmente en Francia durante décadas. La industria angloamericana ha estado siempre abierta a este tipo de gente; de hecho, Steve Moore (sin relación) y Grant Morrison, han estado haciendo magia mucho antes de la inmersión de Alan Moore en 1993 en estas prácticas. Los comics, al parecer, atraen o alimentan a los magos y al pensamiento mágico. Quizá es que la forma, líneas representativas en una superficie, está atada al primer arte visual permanente: las pinturas en las paredes de las cuevas en lo que probablemente eran disposiciones chamánicas/ritualísticas. En otras palabras: escenarios mágicos. Entendido de esta manera, el interés de escritores de cómics y artistas en la magia y el chamanismo parece hasta lógico.
Para Alan Moore, como deja claro la conversación impresa debajo, esto no es sólo cosa de teoría, historia, o un interés antropológico distante. Es su realidad. Conforma su vida diaria, y lo que genera artísticamente; lo que en años recientes, ha sido una cantidad prodigiosa de cómics (su serie Promethea, ingeniosamente dibujada por J.H. Williams III, es de lejos la mejor), ensayos en prosa, grabaciones de estilo musical spoken-word, y espectáculos mágicos (uno de los cuales, un tributo a William Blake, tuve la suerte de ver en Londres en el Queen Elizabeth Hall en Febrero del 2000). No llegué a conocer a Alan Moore entonces, pero pude entrevistarle más adelante aquel año por teléfono. Hablamos durante dos horas y media. Más bien, Alan hablaba y yo hacía interjecciones o comentarios ocasionales. Lo que vi es que Alan no habla con frases completas, ni párrafos completos. Habla como ensayos completos, con estructura lógica, recompensas internas, bromas laterales, breves digresiones y fuertes conclusiones. Reducir y condensar estas charlas tan llenas de entretenimiento y sabiduría no sólo era estructuralmente imposible, sino, en definitiva, indeseable. Así que aquí hay miles y miles de palabras del Señor Moore, con escasas interrupciones, ensambladas desde aquel primer maratón en Junio del 2000 y un segundo en Noviembre del 2001. No se preocupen, estas conversaciones no han perdido vigencia. Estaban adelantadas a su tiempo. Su momento es ahora.
Porque Black Sabbath sólo nos contó la mitad de la historia. Hay otros propósitos para la magia, olvidados durante mucho tiempo...
Arthur: ¿Cómo se desarrolló tu interés en convertirte en un mago? ¿Cómo ha afectado ser un mago a la forma en la que desarrollas tu trabajo?
Alan Moore: Brian Eno destacó que muchos artistas, escritores o músicos, tienen una especie de miedo casi supersticioso de entender cómo funciona lo que hacen para ganarse la vida. Es como si fueras un motorista y te aterrorizase mirar debajo del capó por si desaparece. Creo que mucha gente quiere tener un talento para escribir canciones o lo que sea y piensan, bueno, mejor no analizo esto muy de cerca o podría ser como montar en bicicleta, si paras y piensas en lo que estás haciendo, te caes.
En fin, no creo para nada en esto. Pienso que sí, que el proceso creativo es maravilloso y misterioso, pero el hecho de que sea misterioso no lo hace incognoscible. Todas nuestras existencias son realmente precarias, pero la mía ha sido hecha considerablemente menos precaria entendiendo de alguna forma cómo funcionan realmente los procesos de los que dependo. Ahora bien, mi entendimiento, o el entendimiento que he deducido de la magia, podría estar correctamente equivocado hasta donde yo sé. Pero mientras los resultados sean buenos, mientras el trabajo que estoy haciendo bien mantenga mis anteriores niveles de calidad o, como pienso que es el caso con un par de estos trabajos mágicos, exceda estos límites, bueno, no me voy a quejar.
Arthur: Trabajas principalmente con cómics, lo cual es interesante, habiendo tantos magos implicados en las artes visuales en el siglo pasado. Austin Osman Spare, Harry Kenneth Anger, Maya Deren. Aleister Crowley pintaba y dibujaba.
Crowley se lamentaba de no ser un mejor artista visual. Fui a una exposición suya, y bueno, algunos de los cuadros funcionaban porque tenían un sentido del color realmente extraño, pero... hay que decir que la cuestión de interés principal era que eran de Crowley. Pero sí, está realmente toda esta gente: Kenneth Anger, Maya Deren, Stan Brakhage, Harry Smith. Y si empiezas a mirar más allá de los confines de los que se autodeclaran magos, se hace a cada momento más difícil encontrar a un artista que no fuera inspirado por una organización oculta o por una escuela oculta de pensamiento o por alguna visión personal.
La mayor parte de los Surrealistas estaban muy metidos en lo oculto. Marcel Duchamp tenía una profunda relación con la alquimia. "La Novia Desnudada por Sus Solteros", está relacionado con una formulación alquímica. Lo confesaba, se refería a ello como trabajo alquímico. Dalí fue grande en muchas cosas, incluyendo una chifladura escatológica y cuasifascista, pero también estaba profundamente involucrado con lo oculto. Hizo una baraja de Tarot. Muchos de los Surrealistas estaban inspirándose en la imaginería alquímica, o en la del Tarot, porque la imaginería oculta es quizá un precursor natural de un montón de las cosas en las que se estaban metiendo los Surrealistas.
Pero no tienes que ir tan lejos realmente, hasta los Surrealistas. Con todas esas bonitas cajas rectangulares, pensarías que Mondrian sería racional y matemático, y estaría tan alejado de lo Oculto como fuera posible. Pero Mondrian era un Teosofista. Utilizó las enseñanzas de Madame Blavatsky; todas esas cajas y colores tenían el sentido de representar relaciones teosóficas. Annie Besant, la Teosofista de más o menos finales del siglo pasado, publicó un libro en el que había llegado a la idea, novedosa en su tiempo, de que podías representar algunas de las energías abstractas a las que se refería la Teosofía mediante formas y colores abstractos. Había mucha gente en la comunidad artística que estaba tomando ideas de lo oculto y de la teosofía, leyeron esto inmediatamente y pensaron, vaya, ¿se podría, no?. Y nació el arte abstracto moderno.
Unas de las principales ideas ocultistas de principios del siglo pasado, que es también interesante debido a que era una idea científica, fue la noción repentina de la cuarta dimensión. Esto se hizo muy grande en la ciencia a finales del Siglo XIX y principios del XX, debido a gente como estos matemáticos victorianos excéntricos; Edwin Abbot Abbot (tan bueno que le pusieron dos veces el nombre) que escribió el libro Flatland, y también C. Howard Hinton, que era amigo cercano de William Gull, que más o menos aparece en From Hell, y que publicó el libro, "¿Qué es la Cuarta Dimensión?".
Y así, 'la cuarta dimensión' se convirtió en un término de moda a finales del siglo pasado, y hubo este extraño encuentro de científicos y espiritualistas, debido a que los científicos y los espiritualistas ambos se daban cuenta de que muchos de los fenómenos clave del espiritualismo podían explicarse por completo apenas invocando la cuarta dimensión. Dos maderas de materiales distintos, dos anillos de madera, de distintos tipos de madera, pero que podían entrelazarse. Presumiblemente. Esto fue algún tipo de magia, del estilo ilusionismo. La idea de la cuarta dimensión podría explicar eso; ¿cómo puedes ver dentro de una caja cerrada, o de un sobre cerrado? Bueno, podrías, en términos de la cuarta dimensión. Tal y como las criaturas tridimensionales pueden ver dentro de un cuadrado de dos dimensiones. Lo están mirando desde arriba, desde una dimensión que los individuos de dos dimensiones no tendrían.
Es la estación de la bruja. Y se podría argumentar que el personaje más "famoso" que practica abiertamente -brujo, mago, chamán- en Occidente es el autor de cómics británico Alan Moore. Puede que conozcas a Moore por el cómic de los 80 Watchmen, una magníficamente oscura historia, exquisitamente estructurada, que fabricó junto al artista Dave Gibbons, y que analizaba entre otras cosas a los superhéroes, la América de Nixo, el argumento de que "el fin justifica los medios", y la naturaleza del tiempo y del espacio. Watchmen fue un éxito de ventas y crítica, ganó numerosos premios, y convirtió al larguirucho Moore con su aspecto de Rasputín en una semiestrella pop durante un par de años. Watchmen reintrodujo la carita sonriente en el léxico visual, con el rastro de sangre con forma de aguja de reloj limpiada cuidadosamente por la escena rave de finales de los 80 y principios de los 90. La Rolling Stone retrataba amorosamente a Moore; fue invitado a talkshows de la televisión británica; era acosado en convenciones de comics; y tuvo una mención infame en la canción "Pop Will Eat Itself".
Retirándose horrorizado ante el estatus de celebridad que se le había endilgado, Moore dejó de aparecer en público. También desapareció de la industria del cómic, empeñado en perseguir proyectos creativos que tenían poco que ver con el horror, la fantasía, la ciencia ficción, y hombres adultos con capas. Algunos de estos proyectos, como el ambicioso Big Numbers, fracasaron; otros fueron éxitos de impulso retardado, que tardaron años en producirse, como From Hell (la novela gráfica de Jack el Destripador, de Moore y Eddie Campbell), Voice of the Fire (la contundente primera novela de Moore) y La Liga de los Hombres Extraordinarios (un inteligente jugueteo con historias de héroes victorianos en cómic, dibujado por Kevin O'Neill); y algunos otros fueron cómics de género hechos de buena fe, para pagar el alquiler y recuperar ciertos estándards de narrativa para un género (los cómics de superhéroes) en decadencia.
La fama de Moore se ha alzado en los últimos años, parcialmente gracias al abrazo de Hollywood. Este verano [2003] vimos la aparición de la segunda película basada en un cómic de Alan Moore, "La Liga de los Hombres Extraordinarios", con un presupuesto de 100 millones de dólares y protagonizada por Sean Connery. Pero tal como sucedió con la simplificación radical de los Hermanos Hughes de "From Hell" en 2001 (protagonizada por Johnny Depp y Heather Graham), la Liga sólo tendrá un parecido superficial a los comics en los que se inspiró. Esto se debe tanto a las típicas maquinaciones de Hollywood como a la absoluta inadaptabilidad de los cómics de Moore, trabajos pensados para ser cómics, y punto. Incluso Terry Gilliam no era capaz de ver forma alguna de hacer una película con Watchmen. Los cómics de Moore están atados a los atributos peculiares y maravillosos de los cómics tanto como es posible.
Los cómics son en sí donde llega la magia. El medio del cómic es una de las pocas industrias del entretenimiento masivo abiertas a gente en que se encuentran abiertamente temas que son considerados muy raros, que dan miedo, o que posiblemente son peligrosos. Alejandro Jodorowsky, más conocido por películas fuertemente ocultistas como "El Topo" y "La Montaña Sagrada", ha estado haciendo cómics felizmente en Francia durante décadas. La industria angloamericana ha estado siempre abierta a este tipo de gente; de hecho, Steve Moore (sin relación) y Grant Morrison, han estado haciendo magia mucho antes de la inmersión de Alan Moore en 1993 en estas prácticas. Los comics, al parecer, atraen o alimentan a los magos y al pensamiento mágico. Quizá es que la forma, líneas representativas en una superficie, está atada al primer arte visual permanente: las pinturas en las paredes de las cuevas en lo que probablemente eran disposiciones chamánicas/ritualísticas. En otras palabras: escenarios mágicos. Entendido de esta manera, el interés de escritores de cómics y artistas en la magia y el chamanismo parece hasta lógico.
Para Alan Moore, como deja claro la conversación impresa debajo, esto no es sólo cosa de teoría, historia, o un interés antropológico distante. Es su realidad. Conforma su vida diaria, y lo que genera artísticamente; lo que en años recientes, ha sido una cantidad prodigiosa de cómics (su serie Promethea, ingeniosamente dibujada por J.H. Williams III, es de lejos la mejor), ensayos en prosa, grabaciones de estilo musical spoken-word, y espectáculos mágicos (uno de los cuales, un tributo a William Blake, tuve la suerte de ver en Londres en el Queen Elizabeth Hall en Febrero del 2000). No llegué a conocer a Alan Moore entonces, pero pude entrevistarle más adelante aquel año por teléfono. Hablamos durante dos horas y media. Más bien, Alan hablaba y yo hacía interjecciones o comentarios ocasionales. Lo que vi es que Alan no habla con frases completas, ni párrafos completos. Habla como ensayos completos, con estructura lógica, recompensas internas, bromas laterales, breves digresiones y fuertes conclusiones. Reducir y condensar estas charlas tan llenas de entretenimiento y sabiduría no sólo era estructuralmente imposible, sino, en definitiva, indeseable. Así que aquí hay miles y miles de palabras del Señor Moore, con escasas interrupciones, ensambladas desde aquel primer maratón en Junio del 2000 y un segundo en Noviembre del 2001. No se preocupen, estas conversaciones no han perdido vigencia. Estaban adelantadas a su tiempo. Su momento es ahora.
Porque Black Sabbath sólo nos contó la mitad de la historia. Hay otros propósitos para la magia, olvidados durante mucho tiempo...
Arthur: ¿Cómo se desarrolló tu interés en convertirte en un mago? ¿Cómo ha afectado ser un mago a la forma en la que desarrollas tu trabajo?
Alan Moore: Brian Eno destacó que muchos artistas, escritores o músicos, tienen una especie de miedo casi supersticioso de entender cómo funciona lo que hacen para ganarse la vida. Es como si fueras un motorista y te aterrorizase mirar debajo del capó por si desaparece. Creo que mucha gente quiere tener un talento para escribir canciones o lo que sea y piensan, bueno, mejor no analizo esto muy de cerca o podría ser como montar en bicicleta, si paras y piensas en lo que estás haciendo, te caes.
En fin, no creo para nada en esto. Pienso que sí, que el proceso creativo es maravilloso y misterioso, pero el hecho de que sea misterioso no lo hace incognoscible. Todas nuestras existencias son realmente precarias, pero la mía ha sido hecha considerablemente menos precaria entendiendo de alguna forma cómo funcionan realmente los procesos de los que dependo. Ahora bien, mi entendimiento, o el entendimiento que he deducido de la magia, podría estar correctamente equivocado hasta donde yo sé. Pero mientras los resultados sean buenos, mientras el trabajo que estoy haciendo bien mantenga mis anteriores niveles de calidad o, como pienso que es el caso con un par de estos trabajos mágicos, exceda estos límites, bueno, no me voy a quejar.
Arthur: Trabajas principalmente con cómics, lo cual es interesante, habiendo tantos magos implicados en las artes visuales en el siglo pasado. Austin Osman Spare, Harry Kenneth Anger, Maya Deren. Aleister Crowley pintaba y dibujaba.
Crowley se lamentaba de no ser un mejor artista visual. Fui a una exposición suya, y bueno, algunos de los cuadros funcionaban porque tenían un sentido del color realmente extraño, pero... hay que decir que la cuestión de interés principal era que eran de Crowley. Pero sí, está realmente toda esta gente: Kenneth Anger, Maya Deren, Stan Brakhage, Harry Smith. Y si empiezas a mirar más allá de los confines de los que se autodeclaran magos, se hace a cada momento más difícil encontrar a un artista que no fuera inspirado por una organización oculta o por una escuela oculta de pensamiento o por alguna visión personal.
La mayor parte de los Surrealistas estaban muy metidos en lo oculto. Marcel Duchamp tenía una profunda relación con la alquimia. "La Novia Desnudada por Sus Solteros", está relacionado con una formulación alquímica. Lo confesaba, se refería a ello como trabajo alquímico. Dalí fue grande en muchas cosas, incluyendo una chifladura escatológica y cuasifascista, pero también estaba profundamente involucrado con lo oculto. Hizo una baraja de Tarot. Muchos de los Surrealistas estaban inspirándose en la imaginería alquímica, o en la del Tarot, porque la imaginería oculta es quizá un precursor natural de un montón de las cosas en las que se estaban metiendo los Surrealistas.
Pero no tienes que ir tan lejos realmente, hasta los Surrealistas. Con todas esas bonitas cajas rectangulares, pensarías que Mondrian sería racional y matemático, y estaría tan alejado de lo Oculto como fuera posible. Pero Mondrian era un Teosofista. Utilizó las enseñanzas de Madame Blavatsky; todas esas cajas y colores tenían el sentido de representar relaciones teosóficas. Annie Besant, la Teosofista de más o menos finales del siglo pasado, publicó un libro en el que había llegado a la idea, novedosa en su tiempo, de que podías representar algunas de las energías abstractas a las que se refería la Teosofía mediante formas y colores abstractos. Había mucha gente en la comunidad artística que estaba tomando ideas de lo oculto y de la teosofía, leyeron esto inmediatamente y pensaron, vaya, ¿se podría, no?. Y nació el arte abstracto moderno.
Unas de las principales ideas ocultistas de principios del siglo pasado, que es también interesante debido a que era una idea científica, fue la noción repentina de la cuarta dimensión. Esto se hizo muy grande en la ciencia a finales del Siglo XIX y principios del XX, debido a gente como estos matemáticos victorianos excéntricos; Edwin Abbot Abbot (tan bueno que le pusieron dos veces el nombre) que escribió el libro Flatland, y también C. Howard Hinton, que era amigo cercano de William Gull, que más o menos aparece en From Hell, y que publicó el libro, "¿Qué es la Cuarta Dimensión?".
Y así, 'la cuarta dimensión' se convirtió en un término de moda a finales del siglo pasado, y hubo este extraño encuentro de científicos y espiritualistas, debido a que los científicos y los espiritualistas ambos se daban cuenta de que muchos de los fenómenos clave del espiritualismo podían explicarse por completo apenas invocando la cuarta dimensión. Dos maderas de materiales distintos, dos anillos de madera, de distintos tipos de madera, pero que podían entrelazarse. Presumiblemente. Esto fue algún tipo de magia, del estilo ilusionismo. La idea de la cuarta dimensión podría explicar eso; ¿cómo puedes ver dentro de una caja cerrada, o de un sobre cerrado? Bueno, podrías, en términos de la cuarta dimensión. Tal y como las criaturas tridimensionales pueden ver dentro de un cuadrado de dos dimensiones. Lo están mirando desde arriba, desde una dimensión que los individuos de dos dimensiones no tendrían.
Nota Psiquiátrica: A veces estos detalles dan mayor sentido a las cosas y de no ser así, al menos se dimensionan los sentidos.
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