Me dice mi
sobrina al oído esperando que su abuela no la escuche.
-Tío soñé
con la muñeca esa que puso ahí mi abuela, y te quiero contar.
En efecto
ahí estaba la muñeca en un juguetero. Esa muñeca se la regalé a mi mamá hace
muchos años, ¿su cumpleaños?, un día de
las madres tal vez; de no verla de nueva cuenta no la hubiera recordado, aunque
ahora es seguro que no la olvidaré.
Le dije a mi
sobrina que me contara, me emocioné. Reconocía que había sido tan extraño en
ella ese sueño, el ver la muñeca lo hizo más grave para su entendimiento, del
mío igual, eso precisamente me emocionó más. Ella simplemente necesitaba saber
qué fue lo que pasó. Le agradezco mucho que me lo haya contado, conocer el
inconsciente en los primeros años de revelación en una niña, en mi sobrina, es
invaluable, único. Le escuché.
-Soñé que
estaba en un cuarto, no era el de la casa anterior, ni éste, ni donde vivo con
mi mamá, no lo conocía. Estaba pintado
todo de color blanco, y la muñeca me veía…
-¿Había
muebles, objetos que reconocieras? ¿Sólo estabas con ella, no había nadie más?-
Le interrumpí y pregunté muy inquieto. Comenzaba a contagiarme de su sensación,
de su sentir.
-No había
cosas, nada. Nosotras nada más. Y
comenzó a caminar hacia la puerta. Al llegar a la puerta me volteó a ver y me
sonrió, se fue. Después el cuarto se comenzaba a poner de color verde y mi mamá
llegó, luego me desperté.
Ambos
entramos en un breve silencio.
-¿Por qué
soñé eso tío? -No dejaba de ver la muñeca y me pidió que mejor ya no habláramos
de esto. La abracé y le dije que no se
preocupara, que averiguaríamos por qué soñó eso. Le di un beso y a continuación
fotografié la muñeca.
Al final le
pregunté si le gustaría que lo escribiera, dudó. Respondió dándome su
autorización.
Aquí está
Layla.
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