Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

domingo, 21 de julio de 2013

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Ella representa el arquetipo de la Madre que da origen a las constelaciones en tanto, a la esencia de lo que somos; cuatro arcanos resguardan la superficie de la vida psíquica: la devoción, el amor, el calor y el deleite. El león es el impulso reprimido de todos, responde al mero instinto, vive en nosotros en resguardo, mas siempre libre a salir cuándo le plazca. No tiene reglas, ocasionalmente puede crear las propias –si así lo quiere- y lentamente convertirlas en tolerancia, temple y fuerza.
La mano derecha de la Madre sostiene la máscara eterna de los que habitan la superficie. Le ves, puedes llegar a ella por el origen de la vida y llegar –quizá- al corazón y al espíritu. Ese ojo derrama lágrimas sobre la celebración del hedonismo, el ego disidente que debe permanecer abajo, fluyendo como recordatorio de lo irrepetible. Los cubos, el de abajo encuadra la rigidez y el encierro del tiempo, no permitiéndole correr, se estanca en deberes, en números que castigan en lugar de incrementarse (asimilándose) y abrir posibilidades; además es la bestia a la que encierra, y como dije ésta puede liberarse cuantas veces quiera. El otro cubo mantiene en cautiverio –auto infligido- el prisma de los afectos, del amor comprendido en rededor, libre cuando lo decida. Las cuatro líneas verticales no pretenden un encierro, son los elementos que dan sentido a la fe. 
La línea que corta el cuello derrumba cualquier posibilidad de encontrarse en equilibrio. Las flechas y su dirección llaman si quieren a la autoconciencia, me gusta más el Sí mismo; la corona y las cinco estrellas nos hab
itan, habrán de hallarse en lo etéreo. 


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