Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Cayendo hacía adentro


Cambiaba los canales del televisor; demasiado temprano para dormir, demasiado tarde para no hacerlo. Un decálogo de la felicidad es citado en la pantalla. Se vale tener dinero, ser un bestia y gastarlo en lo que se quiera. No se vale, engañar a la gente. Sentía haber dormido dos minutos. Me llamaba mi papá, un quejido es lo que escuché. No me pareció extraño, mi papá a veces se comunica así. Quise abrir la cortina y constatar si había amanecido. Llegué a moverla un poco. Mi brazo se pegó a la cama, quise mover mi cuerpo y no respondió; muy pesado, fijo. No respondía nada. Mis ojos es lo único que movía.
Recordé que esto es sólo un falló neurológico interrumpiendo un ciclo del sueño. La cobija me empezaba a aplastar, todo me empezaba a aplastar. Cerré los ojos y me decía: “es sólo un sueño”. Abrí los ojos, me encontraba de nuevo asfixiado en la recamara. Intenté gritar, que alguien me moviera; que alguien me sacara de ahí. Apenas sentía la lengua, imposible emitir alguna palabra, algún sonido. Cerré otra vez los ojos. Mi postura había cambiado, si bien seguía acostado, mis manos, las yemas de mis dedos sostenían la cobija, y el espacio encima de ella. Dos veces repetido constataba que estaba soñando, seguía adentro. Rescaté mi fe y pedí me llevará fuera. No paso. Mis brazos estaban pegados a mis piernas. Acostado. Alguien o algo encima de mí, sosteniendo las cobijas de lado a lado. Un pecho sobre el mío. Un cuerpo entero sobre mí, que no puedo ver. Aunque sé que está; puedo escucharlo respirar. Me desvanezco.
Despierto. Puedo mover ambos brazos, en si el resto de mi cuerpo también responde. Comienzo a sentirme tranquilo, decido hacer a un lado las sabanas. Muevo ambos brazos. Mis manos no logran alzar las sabanas, ni siquiera las tocan. Empiezo a sentir el peso de la habitación, va cayendo sobre mí, Muevo las piernas, mis torso se flexiona al instante para sentarme, destaparme. Quitar las sabanas antes de ser imposible hacerlo. Además, quiero ver mis manos. No siento mis manos. Se yace una a una sobre la cama, se me habían desprendido. Cerré los ojos. Al abrirlos, estaba tapado hasta el cuello. La televisión estaba al frente mío. No estaba seguro. El televisor ha estado durante años a mi derecha. Inmóvil. El televisor se encendía. En la pantalla un hombre acostado, tapado hasta el cuello. Parecía no poder moverse, angustiado, desesperado. Se parecía a mí. Era yo. Me veía atrapado, detenido, reventando de pánico hacía mí adentro. No me movía, no podía hablar y parecía siempre iba hacer así. No sé si desperté.

sábado, 20 de febrero de 2010

Uno de zombis


El concierto de la noche anterior les dejó tiempo para hablarlo aun todos acostados y casi dormidos. Por la mañana desayunaron chilaquiles, huevos estrellados, pan dulce y café con crema; Ricardo sirvió, Ernesto calentó las tortillas (a ninguno les gustabas las tortillas calentadas en el horno de microondas-), ambos lavaron los platos. Gilberto permaneció sin hacer nada y Carolina ofreció galletas.
En la maleta sólo faltaba el cepillo de dientes y el desodorante de Ernesto; el resto metían las maletas al auto.
-A ver, Gilberto atrás. Ernesto tú vente acá, pones música y tienes platica… -Dijo Ricardo.
-¡Estas güey! El hecho de que manejes no te da autoridad de decidir adónde chingados iremos sentados, sino es transporte escolar y ni esos cabrón. –Dijo Ernesto.
Al final se acomodaron tal cual había dicho Ricardo. Se despidieron de Carolina y Eduardo (desde mañana hasta terminado el desayuno estuvo en el baño, cenó copiosamente) y emprendieron el retorno.
Ernesto puso la música, en general fue buena. Éste es parte del repertorio (variadísimo):
Coming home de Javier Batiz ,Mujer liviana de Real de Catorce, Dirt de Alice in Chains, Sleep de Nada Surf, Shelter of Your Arms de Liquid Smoke, Penelope de Robi Draco Rosa, Roll Your Moneymaker de Taylor Hound Dog and the Houserockers, Beatnik´s Wish de Patsy Raye y los Beatniks, Well Wonder de los Smith, Sometimes de My Bloody Valentine, Lounge Act de Nirvana, Queen Jane Approximately de Bob Dylan, Nights in White Satin de Moody Blues, A Conspiracy de los Black Crows, 3 libras de A Perfect Circle, Lifter de Deftones, Leit it loose de los Rolling Stones, Rain de Candlebox, Sleepwalk con Los Shadows, Jam Blues de Charlie Parker, Misread de King Of Convenience, Venita´s Dance de John Zorn, Desierto Yo de Escarbarme, Rats de Pearl Jam, Debeaser de los Pixies,Unlucky Girl de Big MamaThornton, I just dont know what to do whit my self con los White Stripes, Venus in Furs de Velvet Underground, Love My Way de Psychedelic Furs, China girl de David Bowie, The botton line de Depeche Mode, Rainy Day, Dream Away de The Jimi Hendrix Experience, Hey, Little Rich Girl de los Specials, Friendly Fire de Sean Lennon, Because de los Beatles, Hurdy Gurdy Man de Donovan, Death de los Will Lies, Walk de Pantera, No me falles de Los Tres, 1970 de los Stooges, Antes de tratar de Amorfos, White Room de Cream, Carnaval de Lucybell, Do you Remember The First time de Pulp, Lost My Self de Longpigs, Since I’ve Been Loving You de Led Zeppelin, Just like Honey de The Jesus and Mary Chain, How Blue Can You Get de B.B King…
Terminaba Territory de Sepultura y Gilberto -el cual no había hablado durante todo el viaje- algo dijo, algo sobre zombis. Ricardo acertó una segunda vez: Desde su salida hasta aquel pueblo de Tlaxcala Ernesto no paró de hablar; sus platicas –afortunadamente- fueron acompañamientos aceptables de lo que realmente se tenía que escuchar: la música. Así tuvo que ser, hasta el momento donde Gilberto volvió a mencionar lo de los zombis.
-Soldados zombis a 50 metros.

-jaja, Ya “soldados zombis”, qué madres sacas… -Ernesto hizo burlote de lo dicho. Calló al ver el reten.
-No se pongan nerviosos, igual no nos paran, casi siempre paran camionetas lujosas o gente muy sospechosa. Si nos llegaran a parar, hagan lo que les digan y no hagan… -Ricardo no terminaba de hablar; tenía la luz brillante de la lámpara en el rostro.
Uno de los militares le paró el alto. Adelante revisaban una camping, casi terminaban. Los tres se pusieron tensos, el disimulo aparentado entre uno y otro los hacía ver más preocupados. Eran pasadas las 9 de la noche.
-Jóvenes una revisión antiexplosivos, es por su seguridad. Hagan el favor de salir de la unidad. –Les dijo el militar desde la ventanilla de Ernesto.
Los tres bajaron al instante. Corría el viento frio y seco de esa zona. De los tres Ricardo no traía sudadera o chamarra. Ernesto pensó en fumarse un cigarro, imaginó “¿Si los militares notan que por el nerviosismo estoy fumando?... Igual, les puedo invitar uno y relajar las cosas. Mejor no fumo”. Gilberto parecía ser el menos nervioso.
-¿De dónde vienen y adónde se dirigen jóvenes?...
-Vamos a dar paso a revisar su unidad. Compañero revise los asientos traseros yo me hago cargo de los de adelante. Pues sí, ¿De dónde me dijeron que vienen y adónde van? –Preguntó una segunda vez el militar, mientras pasaba el haz de luz sobre la cara y el cuerpo de los tres.
Los tres esperaban a que uno de ellos respondiera. Tenían miedo de responder al mismo tiempo y contradecirse. Lo hicieron.
-Venimos de Pachuca y vamos para Chiapas –Dijo Ernesto. Éste fue el más inverosímil.
-Venimos del DF y vamos para Veracruz –Dijo Ricardo. Esto pudo ser cierto.
-Venimos de Acapulco y vamos a Huamantla –Dijo Gilberto. Lo más absurdo y burdo. Lo que terminó de desbordar a los militares; dejando claro que, las placas del automóvil no correspondía a ninguno de los lugares citados.
-¿Cómo? ¿No se ponen de acuerdo?... Me permiten los papeles del auto. Terminando de revisar aquí me hacen el favor de abrir su cajuela. - Ordenó el que parecía de mayor rango. El otro asentó en una sonrisita maliciosa.

Ricardo entregó los papeles al soldado, de los cuales estaba seguro se encontraban en orden. En la parte trasera el de la sonrisita metía sus manos curtidas entre los asientos. Sacudía los folders que allí estaban, alzo los tapetes, palmo el extremo trasero del asiento del conductor y del copiloto. Al final sacudió abruptamente – de madrazo, caray- tres ejemplares de Alarma, en el siguiente orden cronológico: 1966, 1967, 1968. El último número tenía en portada a las “Poquianchis” “A cuatro años de su captura”.
-Disculpe oficial,,, perdón soldado, bueno… Podría sacudir las revistas no tan fuerte. Sabe son muy antiguas y… -Pidió Ernesto, siendo intimidado bajo la mirada del soldado, y sacudiéndolas al punto de desprender las hojas.
El de mayor rango supervisó hasta terminada la revisión trasera a la vez revisó la documentación del coche. Ricardo apretaba sus dientes, el frio aire y lo dicho por Ernesto lo estaban venciendo. Gilberto se mantenía con las piernas abiertas y los brazos cruzados a la espalda, viendo hacía el frente, a ningún punto en particular (nadie se lo ordenó, adoptó esa postura habiendo bajado del auto).
En la parte delantera, el “mayor” no disminuyó la rudeza al golpear el tablero en diferentes partes, ayudado por lámpara. Trató de desprender el estéreo, palmo lo pisos, quitó los tapetes. Reviso minuciosamente los asientos, checó lo documentación existente en la guantera.
-Hagan el favor de abrir la cajuela. Terminada la revisión, me muestran una identificación cada uno. –Casi gritando y avanzando hacía la cajuela, ordenó el mayor.
Ricardo lo esperaba ya con la cajuela abierta; sacó su chamarra roja y se la puso. La primera maleta en revisar fue la de Ernesto; abrió el cierre. Sacó calcetines, ropa interior, un talco. Metió el brazo hasta el fondo de la maleta sin encontrar nada, al menos nada de lo que buscaba. Siguió con el resto de las maletas; aplicó la técnica del brazo, en cambio Ricardo y Gilberto no tuvieron que levantar su ropa interior de la gravilla del piso. El otro sardo apuntaba la luz de lámpara sobre cada una de las pertenencias.
Ernesto intentaba cerrar su maleta, el mayor le pidió que bajase todas las maletas y dio pasó a revisar la cajuela. No halló nada. Ricardo y Ernesto trataban de decirse algo a través de sus miradas; Gilberto volvió a la posición de “descanso” sin seguir viendo ningún punto.
-Muy bien, me permiten sus identificaciones jóvenes.
Entregaron sus credenciales electorales, ninguna renovada. No creían –ni creen- en la política dominguera. El mayor se cercioró de su veracidad, así mismo verificó de nueva cuentas las placas. Al parecer militares y amigos querían terminar esto de una vez.
- Parece todo estar en orden jóvenes, sólo algo no queda claro. Me podría decir uno de ustedes ¿de dónde vienen y adónde se dirigen? Y así dar esto por terminado. –Dijo el mayor en tono ya relajado.
Alguien respondió y convenció. Subieron al auto, el militar de menor rango algo le decía al mayor. Ricardo arrancaba el auto.
-Oiga joven… –Habló el mayor.
Ricardo apagó el motor y se tocó el pecho. Los otros se pusieron rígidos; Ernesto se llevó las manos a la cara. Los militares caminaron hasta la puerta del conductor.

-Jóvenes, no tendrán un cigarrito pal compañero y para mí. El frio ya sabe.
El nerviosismo persistía al interior del auto. Ernesto sacó la cajetilla del bolsillo del pantalón y la extendió a los sardos, encendió los cigarros a los dos.
200 metros después…
-¿Dónde está esa madre? La mierda, dónde cabrón está… -Dijo Ernesto.
Gilberto sacaba un disco de su mochila (es un empedernido de la nostalgia posmoderna, si es que eso existe)
-Dónde crees cabrón, aquí mero. –Dijo Ricardo mientras se tocaba el pecho, lado izquierdo costado del corazón en la bolsa superior al interior derecho de su chamarra roja.
-¡No chingues!, palamadre… Todo el tiempo la tuviste allí. Pinches sardos pendejos. Si nos pescan de menos 4 años. Igual fianza, pero la calentadita, la madriza, y no quiero pensar en que otra chingada atrocidad más…
-Saqué la chamarra en chinga de la cajuela, bajo el riesgo de ser cacheados. No hubo de otra, pero los chingamos, mira. –Dijo Ricardo mostrando el paquete que emulaba una caja de cereal de esas, pequeñas.
Ernesto le arrebató el paquete, abrió la ventana y lo arrojó hacía la carretera.
-No más riesgos innecesarios. Espero un buen hombre la encuentre y dé mejor uso de ella. Rieron. Gilberto encontraba el disco, el ambiente aun se tornaba tenso viajando de 60 a 70 km/hr.
-Me toca poner la música, éste es el bueno –Dijo Gilberto y entregaba el disco a Ernesto. Nada mencionó del altercado.
2 horas de éxitos de Charly Montana y el recibimiento de una ciudad lluviosa les hizo el olvidar a los zombis. Todos tenemos un militar en nuestros corazones.
Feliz sangriento “centenario y bicentenario”.

Entrevista mágico alquímica misteriosa Sr. Moore (parte 3)

El Gran Dragón rojo y la mujer. William Blake

Bien, William Blake no tenía fe en la gente que le gobernaba, pero tenía su visión personal de lo divino: eso es lo que le sostuvo, atravesando esos fríos 70 años. Temo que hay un montón de gente en estos días que no tiene eso. Les han alienado de ello, probablemente gracias a la educación religiosa que se les ha impuesto cuando eran más jóvenes. Así que tienen que llevar esta especie de agujero, y llenarlo con lo que puedan. Ya sea algo relativamente inocente como ver un montón de partidos de fútbol en televisión, o coleccionar cómics, o algo dañino como alguna adicción el alcohol o todo este tipo de cosas con las que la gente llena los vacíos que hay en sus vidas.

Diría que en cierto sentido, todos los artistas: escritores, músicos, artistas visuales, todos, se han divorciado de sus orígenes. Pienso que durante el último par de siglos, el Arte ha ido convirtiéndose cada vez más en mero entretenimiento, sin otro propósito que matar el tiempo, un par de horas en el lúgubre contínuo interminable de nuestras vidas. [Ríe suavemente]. Y eso no es de lo que trata el Arte, en lo que a mí respecta. El Arte es algo que tiene una función mucho más vital. De nuevo, recuerdo a Eno diciendo que sólo tenías que ver lo arriba que estaba el arte como prioridad respecto a la vida humana para entender que tenía que estar ahí por un motivo. Quiero decir, cuando bajamos de los árboles, encontramos algo para comer, un sitio donde dormir, un sitio caliente para cagar, y salimos fuera y hacemos un dibujo en una pared explicando cómo encontramos la cosa para comer, el lugar para dormir, y el sitio caliente para cagar. El arte es más o menos nuestra cuarta prioridad para la supervivencia. Así que uno entonces asume que ha de ser importante.

Ciertamente, esta importancia era entendida en las culturas tempranas. Quiero decir, una de las tradiciones más antiguas de la magia es la tradición de los bardos -o al menos aquí, en Gran Bretaña-. Un bardo, tan sólo con palabras, podía hacerte cosas mucho peores de las que un mago podía. Sí, un mago podría maldecirte si le ofendías. ¿Y qué iba a hacer eso? Que algunas de tus gallinas pongan huevos raros, o que se te agríe la leche, o que tengas un bebé con un pie deforme: se puede sobrevivir a estas cosas. Pero si un bardo te satirizaba, y la sátira era lo bastante buena, podía destruirte ante tus propios ojos, y si era una sátira lo bastante acertada, si era lo suficientemente MORDAZ, podía destruirte ante los ojos de tus amigos, tu familia, tus contemporáneos. De hecho, si era una sátira lo bastante buena, podría ser recordada cientos de años después de que hubieras muerto. La gente seguiría riéndose de tí, y de tus parientes, cientos de años después de que murieses. Te habrías convertido en una vergüenza para toda tu línea de sangre. [ríe con suavidad]

Ese era un poder terrible, ¿sabes?. Y el poder de los artistas y los músicos se respetaba. Pero como digo, durante el último par de siglos, se ve cada vez más como entretenimiento. Cuando te acercas a la ola actual de artistas británicos, ves que casi la única noción de éxito que tienen parece ser la financiera. ¿Ha tenido éxito este trabajo? Bueno, "Charles Saatchi ha pagado medio millón, así que supongo que sí". Esto está alejadísimo de la intensidad de William Blake, de la convicción de gente como Blake o de algunos de sus contemporáneos cercanos como Turner, gente así, que pintaban porque tenían que hacerlo. Tenían una visión. Y el hecho de que Blake no tuviera nunca un éxito económico durante su vida obviamente no le detuvo lo más mínimo, no le paró a la hora de convertirse en una de las figuras visionarias más brillantes que Inglaterra ha producido jamás.

Pienso que los artistas se han vendido. Eres tratado como entretenimiento prescindible durante un buen tiempo, y acabas creyéndote que lo eres. Empiezas a sentir que tienes suerte de tener un trabajo. Que sí, eres un artista, pero de alguna forma tienes que anunciarte porque es la única forma de hacer algo de dinero estos días, pero hey, tienes suerte de tener un trabajo. Y hasta cierto punto pienso que la llama original que se supone que arde dentro de una pieza de arte auténtica, o dentro de un escrito, o de una composición musical, esa llama ha sido extinguida en algún momento por ese trato que has hecho. En realidad es una forma de pacto faustiano. Haces un trato con el mundo del comercio: tu pones un techo sobre mi cabeza, me das dinero, pagas mi hipoteca, llevas a mis hijos a la universidad, y yo sigo con la boca cerrada y haciendo dibujos para la portada de las cajas de cereales o lo que sea. Es todo "entretenimiento", y no pienso que el Arte trate acerca del "entretenimiento".


Arthur: ¿Cuál es la ventaja de asumir que lo que uno hace como artista, o como ser humano, es mágico de alguna forma?

La magia me ha proporcionado un entendimiento de mis propios procesos creativos que nunca había tenido antes. Me ha dado nuevos métodos para acceder a mis procesos creativos. Todos los espectáculos, incluyendo el de Blake, germinaron con rituales mágicos. Habría un ritual mágico inicial en el que esperaríamos una inspiración divina o lo que fuera para decirnos qué hacer. Y una vez recibido lo que tomábamos como nuestras instrucciones, lo llevaríamos a cabo literalmente. Y estoy muy satisfecho con los resultados que ha traído esto. Son cosas que no habría creado si no hubiera estado trabajando de esta forma en particular. Es como le decía a mi compañero musical hace un tiempo, que si seguimos sacando material así, en realidad no importa si los dioses están allí o no.
No puedo afirmar que esto vaya a funcionar para otros. No tengo ni idea de si otro podría beneficiarse de ello. Obviamente si te vas a exponer al mundo de la magia, vas a tener que haber dado un paso más allá de los perímetros normales del mundo racional. La propia naturaleza de la magia se encuentra conectada con lo irracional. Vas a tener que salir del reino de la cordura convencional como mínimo. Para mucha gente, esto significa salir de la cordura convencional y meterse en la locura convencional. [Ríe]. Para mí, diría que estoy trabajando mucho más ahora de lo que nunca lo he hecho, siquiera cuando era una jóven y lustrosa gacela dando brincos sobre los precipicios de mi imaginación, cuando tenía veintitantos. Pienso que estos días estoy trabajando muchísimo más, y también estoy muy satisfecho con la calidad de mi trabajo. He hecho cosas en los últimos años que no habría sido capaz siquiera de imaginar antes.


Arthur: ¿En serio? Pero hiciste Watchmen antes de hacerte mago. Y From Hell...

Habiendo hecho Watchmen... y en particular, From Hell... sentí que quizá estaba llegando al límite de lo que podía entender escribiendo racionalmente; sentía que si iba a seguir escribiendo, tenía que dar un paso más allá de lo racional, y la magia era el único área que ofrecía losetas en el suelo después de dar el paso. Y también parecía ofrecer una nueva forma de ver las cosas, una nueva serie de herramientas para continuar. Sé que no podía seguir haciendo Watchmen una y otra vez, más de lo que podía seguir haciendo From Hell una y otra vez. También sabía que por aquel entonces nunca podría haber hecho algo como, digamos, el capítulo 12 de Promethea. El 12 de Promethea es una construcción mentalmente excesiva. Y no habría estado a la altura. No es que nunca hubiera hecho nada bueno hasta que descubrí la magia, sino que descubrir la magia, o mi noción de ella, me ha dado una idea de cómo hacía esas cosas buenas. Cuáles eran los mecanismos. Y también me ha dado un tipo de perspectiva sobre el mundo lo bastante compleja y elegante como para clasificar la increíble cantidad de información que todos los que vivimos en el Siglo XXI asumimos con normalidad en nuestra vida diaria.

Hoy en día la cantidad de información con la que nos bombardean es de proporciones tifónicas: estamos en una tormenta de información. Creo que la mayor parte de la gente tiende a cerrar las compuertas del barco y cerrar sus mentes hasta cierto punto. O bien lo cierras, que pienso que es la opción que elige un montón de gente, o se te tiene que ocurrir algún sistema que es lo bastante sofisticado y elegante como para darte una oportunidad de asimilar toda esta información, de situarla en el global. Ahora bien, en cierto sentido, la Qabbalah podría verse como un gran fichero con diez cajones y todo lo concebible que hay en el universo situado en uno de estos diez cajones; muy parecido a los teatros de la memoria que usaba gente como Giordano Bruno en el Renacimiento como método para recordar cualquier cosa y estructurar la información.

En cualquier caso, esos son algunos de los beneficios inmediatos de la magia. También me gusta mucho la decoración interior. [Ríe]. Mi casa está preciosa. Hay una vidriera de cristal en medio de a habitación con la Qabbalah sobre ella. Hay una serie de tablas enoquianas de John Dee, bellamente pintadas sobre las paredes. Hay un cuadro de Austin Osman Spare en una pared, y un juego de varitas mágicas de la Golden Dawn. Ahora estas imágenes rodean cada momento de mi vida.

Arthur: Déjame que tome un poco de perspectiva sobre esto. Antes del 93 o del 94, te habrías considerado un ateo. Pero sabías bastante ya sobre lo oculto, juzgando por algunas de tus historias y personajes...

Bueno, sí, pero insisto, como escritor tiene que interesarme todo. Así que sí, al menos tenía el conocimiento apropiado sobre lo oculto, el que debería tener cualquier escritor de cómics fantásticos, pero esta era sólo una de las cosas en las que estaba interesado. Y era algo teórico. Mi interés en lo oculto era: estoy interesado en lo que cree la gente. Esos eran los términos en los que lo veía. De ninguna manera podía decir si lo que creía esta gente tenía base o validez alguna. Lo que me interesaba era que la gente creía en estas cosas.

A principios de Enero de 1994, de repente, se convirtió en un tema menos remotamente académico para mí [ríe]. Me hallé en medio de lo que parecía una experiencia mágica completa que no podía explicarme realmente.

Arthur: ¿Qué quieres decir?

Cuando ves que te has pasado al menos parte de una tarde hablando con una entidad que te dice que es un demonio goético específico que fue mencionado por primera vez en el Libro apócrifo de Tobid... [ríe con suavidad]. No hay muchas formas en las que puedas asumir eso. La más obvia es que tuviste algún tipo de alucinación, o que tuviste algún tipo de ruptura mental, una psicosis, algo por el estilo. Lo cual está bien, a no ser que haya otra gente contigo que haya tenido experiencias similares en el mismo momento, o algo así. Así que cuando dices, vale, esto ha sido algún tipo de experiencia real, tienes que pensar, bueno, ¿fue entonces algo puramente interno? ¿Era esto alguna parte de mí mismo a lo que he dado un nombre y rostro, o que he proyectado de alguna forma? Es posible. ¿O era lo que decía que era? ¿Era esto algún tipo de entidad totalmente externa que de hecho era lo que decía ser y que me estaba hablando? Es posible.

Intento no eliminar ninguna de las posibilidades. Lo que parece más satisfactorio es la idea de que podrían ser ambas cosas, podría estar dentro y fuera de tí. Eso no tiene ningún sentido desde una perspectiva lógica, pero es lo que más me satisface emocionalmente. Parece más cierto.

Esto son experiencias de gnosis. O las has tenido o no las has tenido. Por ejemplo, la primera experiencia que tuve,... esto es muy difícil de describir, pero yo y un amigo muy cercano, nos sentimos como si nos hubiera llevado una entidad específica a la experiencia. La entidad a mí y a mi amigo nos parecía... [suspiro]... parecía este dios serpiente romano del Siglo II llamado Glycon. O ese dios serpiente romano del Siglo II es una de las formas por las que se conoce en ocasiones este tipo de energía. Porque la serpiente es un símbolo que atraviesa casi todo sistema mágico, y cada religión. En los sistemas de yoga tienes la serpiente del Kundalini. En los mitos amazónicos de la creación en las Indias Amazónicas tienes innumerables serpientes que toman parte en la creación. Igual con la Biblia: la serpiente en el jardín del Edén. El Gusano de [inaudible]. La serpiente de Midgard enrollada tres veces en torno al mundo. Es difícil encontrar una religión que no tenga una serpiente en algún lugar.

Así que tuvimos esta experiencia. Al menos parte de ella parecía estar totalmente fuera del Tiempo. Había una percepción de que el Tiempo estaba sucediendo todo a la vez. El tiempo lineal era puramente una construcción de la mente consciente, y de hecho el Tiempo es mucho más de la forma en la que gente como Stephen Hawking parece describirlo, con el Espacio-Tiempo casi como una pelota enorme con el Big Bang en un lado y el Big Crunch en el otro, pero existiendo todos los momentos a la vez, en este enorme agujero en el presente. Es sólo nuestra consciencia la que se está moviendo a través de ello, de A a B a C y a D. De hecho, el alfabeto al completo está ahí, desde el principio. Así que estaba esta percepción, de que estábamos fuera del Tiempo. Desde esa perspectiva, era posible ver que todo el Tiempo estaba de hecho sucediendo a la vez.

Hubo otras revelaciones. Había un montón que parecía conectado con este dios serpiente romano, cuyo nombre era Glycon. Ahora bien, las únicas referencias que hay sobre él, que son muy despectivas, se encuentran en los escritos del filósofo Luciano... Luciano explica que el culto de Glycon era un inmenso fraude, y que Glycon era un títere. Y no tengo razones para no creerle. Suena absolutamente cierto, que sí, el falso profeta Alejandro, que era la persona que montaba el espectáculo de Glycon, tenía una boa constrictor domesticada y tenía su cabeza metida bajo su brazo, y que cubriendo su hombro tenía un tubo por el que hablaba, diseñado para parecer la cabeza inhumana de pelo largo de esta serpiente, con colmillos articulados para que pareciera que hablaba. Sí, eso suena bastante verosímil. [Ríe entre dientes]. Y desde luego para mí, pienso que es perfecto. Si voy a tener un dios, prefiero que sea un absoluto fraude y un títere, porque así es improbable que empiece a creer que ese títere creó el universo ni nada peligroso por el estilo.

Para mí, la IDEA del dios ES el dios. No importa qué forma tome. Este es uno de los problemas que tiene para mí el Cristianismo. ¡Tiene algunos conceptos geniales! Y muy bellos. Sin embargo, el Cristianismo también insiste en un Jesús histórico. Si se probara alguna vez que Jesús no existió, el Cristianismo al completo se caería en pedazos. No hay razón para que sucediera; pero lo haría, porque insisten en que esto fue DEFINITIVAMENTE real, que nació DEFINITIVAMENTE de una vírgen, que DEFINITIVAMENTE murió en la cruz y que entonces ascendió DEFINITIVAMENTE al Cielo. Todo esto me suena a gilipollez. Suena francamente imposible. Eso no puede pasar. Sin embargo, tienes esta historia maravillosa. La historia tiene integridad completa. Como historia, está bien. Es rica en simbolismo, es rica en consciencia moral. El problema es insistir en su verdad histórica.