Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

viernes, 11 de enero de 2013

Invención improbable


Como perseverante consumidor de ciencia ficción en repetidas ocasiones me da la gana imaginar qué de tanto de lo leído, de lo visto se ha hecho efecto cumplido. Excitante y un tanto envidiable deber ser para el analista de diván el saber cuánto del material mental–no sólo de un pensamiento- de infinidad de pensamientos fecundados (en ideas) es la realidad sobre la cual hoy caminamos y en la que nos aprisionamos. Vamos, que las fantasías son el soma de nuestros desperfectos existenciales. En un tema básico del tratado los viajes en el tiempo son una jauría: la inquietante solicitud y demanda representada no en máquinas imposibles o en agujeros sino en “Tubos” que nos hacen “viajar”, abandonar este presente que por mucho alarde de él nos angustia, nos atemoriza. Será entonces prudente tener el resguardo de un ser omnipotente que nos proteja, que nos resguarde de tanta desazón; éste debe cumplir criterios primarios de las –reinterpretadas- necesidades básicas humanas. En principio la necesidad de ser escuchados, sujetados al nudo de críticas no severas, complacencias de un futuro que no se deja interiorizar más sí nos rebasa en cada despertar: en el monitor las redes intangibles de la vida social nos presentan a esos benefactores consumados. El choque entre la era de la digitalización y la intangibilidad, poderosa paradoja de un delgado objeto que nos hace “existir” en el hemisferio imaginativo de nuestra permisividad a los espías, los vigilantes voyeurs que sabrán de nuestro estado, lugar, espacio y afectividad. Círculo perfecto del azar, del destino y de la domesticación de nuestra neurosis social; jugamos entonces a tener el control, nos vemos instalados en la comodidad de nuestros aposentos (gloriosa y bien aventurada dependencia) al frente de un inmenso tablero: da click y tendrás amor, da click y tendrás sexo, da click y tendrás lo siempre anhelado (nada se escapa), pucha y tendrás estatus.
El futuro es una y otra vez imaginado (deconstruido), se ve prendido a un constante desfase, una transformación de símbolos que son en realidad el mundo, el mundo dentro de la bolsa de otros mundos: cajas de metal, orgánicas otra veces, virtuales en demasía, robotizadas (desde tiempos muy remotos), mundos invadidos, conquistados , hibridizados (terrestre-extraterrestre-dimensionalmente- culturalmente-estelarmente-ancestralmente ). Ingenieros de los imaginarios de trasto social a veces contestarios y otras tantas de soporosa banalidad. La luna es la opción, Marte es la continuación, los caudales secos de su tierra roja no serán más venas vacías, veleros modernos llenos de chicas-verdes- repletas de bloqueador anti-erosión pasearan en ellos; otros tantos ejecutaran finanzas en lado oscuro de la luna; nuevos elementos se descubrirán sin embargo estarán prestos a los mismos usos: el placer y la satisfacción no razonable (¿existe esto?).Y aunque la caja sea distinta en forma y materia quién le habite responderá a la lógica del siglo XVII o del siglo XXI (el siglo de su elección siempre y cuando parta de la colonización), la lógica de la acumulación, de la dispersión. No hay mejor ciencia que aquella dedicada enteramente a darle vida a las ficciones. Máquina voladora, máquina capaz de llegar a las profundidades de la tierra, de los mares, de las estrellas (no subestimes la profundidad de las estrellas, del cosmos. La profundidad y la altura varían en perspectivas). Máquina capaz de crear almas, reto, pronto se superará. La idea percé parte peyorativamente en la intención de borrar la enfermedad, el desperfecto, la putrefacción de los sistemas; en el limpio y brillante reflejo de un metal frío en el que se vacía la lucubración misma de la inmortalidad, la perfección, la inalcanzable utopía.
Dimensionar: credulidad forzada, quisquillosa. Tener la certidumbre del saber del qué hubiese sido de haber decidido esto, aquello, lo otro ¿Por qué sólo direccionar a la vida en una sola línea? ¿Por qué individualizarla pudiéndola dispersarla? Me parece que es justo aquí en donde el pensamiento corre (y no a marcha forzada); es analgésico del espíritu crear matices escénicos, incitar e invitarnos a salir de nuestro caparazón vivencial acumulado –más vale decirlo- en arrepentimientos, en decisiones equivocas y en la frustración que se ve arrancada de sí misma ante la férrea idea del paralelismo. El lugar en donde la posibilidad no es sólo un concepto, es desfragmentación del sueño, de los sueños de muchos. Esos mundos son posibles y lo serán eternamente porque habitan en el invento más ficcional de todos: la mente.

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