Tiempo

El tiempo es mi mejor amigo y mi peor enemigo. El tiempo ambiguo del esquizofrénico, el tiempo que fumas, el tiempo que soñamos, el tiempo viajado, el tiempo obsesivo felizmente vivido por un servidor y otros más; el tiempo otorga el valor… valor para hablar de comics, de ideas, de “absurdos delirantes”, de parodia, de cine, de intentos, de música, del fin del mundo, de playas vírgenes ochenteras suicidas. En fin, el tiempo es quien definirá este rollo que hoy mismo inicia e incita a la banda a que lo visite, lo juzgue, lo ame, lo odie o las dos cosas. La pertenencia digital me quitaba el sueño.

martes, 25 de enero de 2011

Intento


La ubicación es aquella cueva, allí está un cuerpo en avanzado estado de putrefacción. Los radios de las patrullas vocean la ubicación. La búsqueda finalizó. Esa madre reportera reconocida de la TV tendrá un cuerpo que enterrar; siempre negó los vicios de su hijo. No conozco ninguna madre –verdadera- delatora de los imperfectos de sus hijos, este incidente no iba a ser la diferencia. Un detalle -de varios- no mencionado de aquel acallado hallazgo fue el reporte convertido en tiras reciclables, por recomendación de la televisora, y a la que sin reparo alguno obedecieron las autoridades. Nada de drogas y de ninguna forma referir los cisticercos hallados en la masa encefálica, fue la orden.

Tuve la oportunidad de leer aquel desaparecido reporte, el oficial Santos depositó una copia en el buzón de mi casa. Mi hogar estaba apenas unos metros de la cueva; los colonos y mi familia sabíamos del extraño habitante de ese húmedo lugar, eso sí, desconocíamos de su relación con la famosa reportera. El joven siempre vestía un suéter amarillo ocre y unos pantalones de lino gris. Durante el día parecía montar guardia a la entrada de la caverna -saludaba amablemente a quien pasará cerca-, en las noches se veía proveniente de la cueva una resplandeciente luz de lo que imaginábamos la luz de unas velas. Proyectaban su silueta en desproporcionadas formas en la acera de mi casa. La señora de la papelería dijo que fueron repetidas las vendimias realizadas al harapiento joven “nomás compraba paquetes de hojas tamaño carta, el ciento a veces, y lapiceros” “me daba curiosidad saber para qué las ocupaba, pero me daba pena preguntarle…”. El reporte decía esto:
“El viernes primero de agosto del año en turno siendo las 17:39 PM y en compañía de mi compañero de ronda nos dispusimos a la búsqueda de un joven que respondía a las siguientes características: edad aproximada veinticuatro años, tez blanca, delgado, cabello lacio, estatura media. Se halló el cuerpo en avanzado estado de descomposición dentro de una cueva. El fallecimiento responde a la intoxicación de un enervante. El cuerpo no presenta señales de violencia, aunque es relevante mencionar que el cráneo del susodicho presenta una laceración-traumatismo en el lado izquierdo en cuya comisura se hallaron varios gusanos, larvas blancas y babosas. El olor despedido era insoportable, hasta el forense vio con desagrado el descompuesto cuerpo. No se permitió la entrada a reporteros y el cuerpo se sacó de la cueva con fuertes medidas de seguridad. No se dio nombre ni dato alguno. En la cueva se encontraron latas de resistol, cajetillas vacías de cigarros, bachas de marihuana, dos pantalones, una chamarra, velas, latas de atún vacías y una botella con un líquido espeso y verdoso. Nadie tomó importancia de los cientos de hojas en el suelo de tierra y lodo, ni de los lapiceros sin tinta que se encontraban junto a la botella. Recogí las hojas legibles, las más próximas, -las que se pudo- tres únicamente… Estaban cubiertas de lodo y tierra; las guarde en las bolsas de mi uniforme. Se las leí a mi compañero en la patrulla cuando nos alejábamos.”
Sí, no decía más. La conservo, razones personales. Ese mismo día que la encontré mi hogar y mi familia no fueron lo mismo. Se borraron, los desplazaron. Después de leer ese reporte lo introduje a mi bolsillo, en ese instante, sentí, terminaba una parte de mi vida. Abrí la puerta de mi casa, mi madre servía apresurada la mesa, al mismo tiempo lavaba los platos, daba de comer a las mascotas. Sobró tiempo para un beso y sus únicos recibimientos. Mi hermana y hermano se veían al fondo en una recamara. Mi sobrina se acercó para saludarme, era su naturaleza, sin embargo no recibí un beso y un abrazo, sino un buenas tardes, me alegra que llegarás. Dijo una voz segura, desenvuelta, consejera, grave, la voz tu conciencia. Es la voz de un adulto, y viene de una niña de cuatro años. Mi mamá continuaba en su tarea de dejar la mesa lista para recibir invitados inesperados. Abre la puerta me dijo mamá, mi sobrina mencionó que no era lo correcto, –me asustaba cada vez que hablaba- mis hermanas estampas al fondo. Al abrir un hombre barbado y de pelo lacio corto flanqueaba a su esposa y dos hijos que reconocía de un mal rato sin nunca haberlo tenido. No conocía a ninguno. Entraron al instante que quité la mano de la perilla; mi mamá les saludo atentamente, tan atentamente que no disimulaba el miedo causado por aquella familia. Sirvieron a sentarse. Mis hermanos absortos tejidos a los muros, atrincherados. Los miraban. El número de sillas fue exacto al número de integrantes de la invasora familia. Los platos en correcto orden que se transformará en desorden. Lucían las posiciones correctas de una fotografía familiar. Mi madre les servía. Comenzaba a arrinconarme en compañía de mi sobrina a la pared, sentíamos rechazo y temor. –Tenemos que hablar- en voz baja dijo mi sobrina. -Esta familia es el sustito, nuestro exilio. Su intención es ocupar nuestro espacio, ser el borrador de nosotros, lo que somos. – Me atemorizó la gran voz del infantil cuerpo, lo dicho, me congeló. A pesar de mi entendimiento desdichado, le escuché y le pedí que continuara. Me habló, –en voz baja- contaba cosas que quisiera recordar, pues seguro mejorarían mi vida empezando por echar a esos desconocidos. Terminaron de comer y pasaron a la sala, uno de los jóvenes, el hombre de cuello de tortuga negro abría los cajones sacando cosas, pertenecías que siempre estuvieron allí. El control remoto es de ellos, sentí sensaciones extrañas como esa. Los sillones, las paredes, las lámparas, el tapete; el aire les pertenecía. Experimenté dolorosos y absurdos desprendimientos. Mi sobrina –y su voz- nos alejó a mi madre y a mí, llevándonos hacia mis hermanos. Mudos. Tristemente nuestros cuerpos se hundieron en sí mismos habitando una nada con ventanas de una nueva idea que robaba lo contado, lo nuestro. Sin tiempo, situaciones vagaban sin control. Fui –fuimos- testigos de otro banquete, atestado de sus amigos y familiares, entre más aparecían más nos extinguíamos. Del otro lado, vivíamos en un lugar, metros de distancia nos separaban de lo vivido. Teníamos qué comer. El hombre de barba abrió una panadería. La sobrina y su triciclo corrían en círculo alrededor mío. Me seguía dando pauta a lo corregible, al pesar. El hambre es prioridad; entré a la panadería, el hombre de barba se encontraba atrás del mostrador. Al verme entrar me pide que pase a un patio. El piso de tierra, yerbas y el pan cubierto con un hule, colocado en charolas oxidadas sobrepuestas en unos palos viejos. Escoge dijo. Una tenaza aparecía en mi mano. Retiré el plástico. Unas ratas de pelos gruesos y negruzcos comían y peleaban un pan dulce. Había –habíamos- terminado.
El policía terminaba de leerle a su compañero las hojas con manchas de lodo, las mismas que encontró en la cueva, propiedad del hijo muerto de la reportera. Impetuosamente le pide a su compañero que paré la marcha de la patrulla. Escucha esto le dijo Santos estupefacto: "Recogí las hojas legibles, las más próximas, -las que se pudo- tres únicamente… Estaban cubiertas de lodo y tierra; las guardé en las bolsas de mi uniforme. Se las leí a mi compañero en la patrulla cuando nos alejábamos.” El oficial que escuchaba no entendió la situación, después pensó que se trataba de una broma. Santos le leyó el resto de la primera cuartilla. Describía a la perfección el día y la hora que encontraron al joven muerto, los gusanos saliéndole de la cabeza, a detalle, la descripción de muchos eventos vividos ese día, ese instante. Sus vidas ya escritas. En Santos fue aún más sorprendente, angustiante: la descripción de sus pensamientos, sus sensaciones, sus movimientos, sus palabras. Ambos experimentaron estar en todas partes y estar en ningún lugar, en la predisposición y el hecho, como sí de uno se tratase. Muchos eventos no encajaban, en realidad la totalidad de lo escrito jamás había existido. Ni el muchacho, ni el reporte en el buzón de aquellas raras y delirantes familias, de las cuales sus extravagantes y horribles andanzas comenzaban a sentir los oficiales como suyas. Santos sumamente afectado rompió lo escrito y lo echó por la ventana de la patrulla acto seguido le dice a su compañero que encienda la patrulla y acelere, perdiéndose, alejándose entre el polvo de un extenso terreno inhabitado, abundante en basura e infestado de ratas. En las alturas la cueva.

lunes, 10 de enero de 2011

Baby H.P.


Señora ama de casa: convierta usted en fuerza motriz la vitalidad de sus niños. Ya tenemos a la venta el maravilloso Baby H.P., un aparato que está llamando a revolucionar la economía hogareña.
El Baby H.P. es una estructura de metal muy resistente y ligera que se adapta con perfección al delicado cuerpo infantil, mediante cómodos cinturones, pulseras, anillos y broches. Las ramificaciones de este suplemento recogen cada uno de los movimientos del niño, haciéndolos converger en una botellita de Leyden que puede colocarse en la espalda o en el pecho, según necesidad. Una aguja indicadora señala el momento en que la botella está llena. Entonces usted, señora, debe desprenderla y enchufarla en un depósito especial, para que se descargue automáticamente. Este depósito puede colocarse en cualquier rincón de la casa, y representa una preciosa alcancía de electricidad disponible en todo momento para fines de alumbrado y calefacción, así como para impulsar algunos de los innumerables artefactos que invaden ahora, y para siempre los hogares.
De hoy en adelante, usted verá con otros ojos el agobiante ajetreo de sus hijos. Y ni siquiera perderá la paciencia ante una rabieta convulsiva, pensando que es fuerte generosa de energía. El pataleo de un niño de pecho durante las veinticuatro horas del día se transforma, gracias al H.P., en unos útiles segundos de tromba de licuadora, o en quince minutos de música radiofónica.
Las familias numerosas pueden satisfacer todas sus demandas de electricidad instalando un Baby H.P. en sus vástagos, y hasta realizar un pequeño y lucrativo negocio, transmitiendo a los vecinos un poco de la energía sobrante. En los grandes edificios de departamentos pueden suplirse satisfactoriamente las fallas del servicio público, enlazando todos los depósitos familiares.
El Baby H.P. no causa ningún trastorno físico ni psíquico en los niños, porque no cohíbe ni trastorna sus movimientos. Por el contrario, algunos médicos opinan que contribuye al desarrollo armonioso de su cuerpo. Y por lo que toca a su espíritu, puede despertar la ambición individual de las criaturas, otorgándoles pequeñas recompensas cuando sobrepasen sus récords habituales. Para este fin se recomienda las golosinas azucaradas, que devuelven con creces su valor. Mientras más calorías se añadan a la dieta del niño, más kilovatios se economizan en el contador eléctrico.
Los niños deben tener puesto día y noche su lucrativo H.P. Es importante que lo lleven siempre a la escuela, para que no se pierdan las horas preciosas del recreo, de las que ellos vuelven con el acumulador rebosante de energía.
Los rumores de que algunos niños mueren electrocutados por las corriente que ellos mismos generan son completamente irresponsables. Lo mismo debe decirse sobre el temor supersticioso de que las criaturas provistas de un Baby H.P. atraen rayos y centellas. Ningún accidente de esta naturaleza puede ocurrir, sobre todo si siguen al pie de la letra las indicaciones contenidas en los folletos explicativos que se obsequian con cada aparato.
El Baby H.P. está disponible en las buenas tiendas en distintos tamaños, modelos y precios. Es un aparato moderno, durable y digno de confianza, y todas sus coyunturas son extensibles. Lleva la garantía de fabricación de la casa J.P. Mansfield & Sons, de Atlanta Ill.
Juan José Arreola, Tres días y un cenicero.
Nota: Juan José Arreola del realismo mágico a la ciencia ficción, de la ficción al detalle de los símbolos, del símbolo a lo fantástico, de lo fantástico a lo escéptico. De los nietos: La Barranca. De los discípulos: José Agustín.

lunes, 3 de enero de 2011

El 2010 y sus viejos nicks (algo que decir).


1. Galería exquisita de villanos 2. Inició hace dos años, para esta tercera edición presento una descripción más personal, quizás algunos los han leído en este mismo blog. La figura de los Supervillanos siempre rebasa.
2. La Pandilla de Asakuza. Después de que un amigo me prestara una lectura de Mishima comenzó a interesarme la novela japonesa de los sesentas y setentas. Este fue un título.
3. “Dulces, chicles y dinamita”. Otro amigo subió al facebook ligas del tubo de “Fantasías animadas de ayer y hoy” –me intereso- y vino Animaniacs, un juego de palabras , y listo.
4. Sra. Bart. Sigo sin estar seguro sí fue Nelson o Jimbo el que lo mencionó; algo sí, fue en aquel capítulo de la alberca en donde Bart se rompe una pierna, ahora que, alguien me dijo que es Nelson en una retorcida y divertida necesidad de afecto.
5. Lobotomía intravenosa. Primero fue A Scanner Darkly de Philip K. Dick de su novela del mismo título. K. Dick es garantía de una ciencia ficción psicológica de desastrosas –futuras- sociedades. Su afición a las drogas duras aterrizadas en realidades tan familiares y próximas hacen de Philip. K Dick una de mis recomendaciones de este género y de cualquier otro. La esquizofrenia habla. Pensaba uno de sus atasques y brotes.
6. Bloody milkshake bloody: Malteadas, películas de los ochenta, malteadas de sangre y los carteles de El Regreso de los Muertos Vivientes, El Despertar del Diablo , El Hombre Cucaracha, La Mosca. Y los bolos, el fluorescente.
7. Detective de absurdos. Ensalada de locos y Detective de hotel Lechuga, como el absurdo es la materia del mundo. Me contrato como Detective de absurdos.
8. Das Cabinet des Dr Crane. Del Gabinete y de los doctores de ética relajada. Experimentar.
9. Vedettes y Farándula. Vedettes siempre lo asocié a la medias de red, es lo primero que la TV me dijo sobre el significado de esta palabra. Sus actrices, el jet set, los presidenciales, las más deseadas, la cocaína y su estatus, las opciones, los poderosos. No ser nada.
10. No en mi barbería. Se usa bata, asiento reclinable, navaja y crema. Se lee el Mil chistes y el Alarma. Pueden fumar los clientes y se les recorta el bigote. Lo que no, lo inaceptable, son los cortes modernos.
11. Sensacional de neurosis. Sensacional de Albañiles, Sensacional de Traileros, Sensacional de Mecánicos, Sensacional de Mercados, Sensacional de Luchas, Sensacional de Box. Sensacional de obviedades.
12. The Avengers Avangard. Son muchos los títulos de Los Vengadores, ninguno como los Avangard. En dicho grupo están los sofisticados, los posmodernos, los menos heroicos, lo más egoísta, los materialistas; la vanguardia hecha equipo.
13. Blue Blood Blues. Dead Weathers.
14. Planet Caravan. Black Sabbath. El sábado más oscuro. El mantra de la estela negra.
15. Forever Jung. Ensayo de José Agustín. El juego de palabras de nueva cuenta. Me declaro una groupie de Jung.
16. Ese pedazo de onda*. La onda, estar en la onda, buena onda ¿no?, sacadísimo de onda, es la onda, una onda loquísima, qué onda con aquello, una onda muy gruesa, tiene onda, no te saques de onda, cuál es tu onda, qué onda le digo, buena onda, me saca de onda, tenemos onda, mala onda, mucha onda, tenía onda…
17. A veces fallo… No lo olvides, un revólver y una pala. No siempre logro mis propósitos; sí se cumple el plan y los requerimientos Capote nos hubiese escrito (desfasado).
18. Derek and the Dynamics. Se equivocó, es Derek and the Dominos y el disco sacó su nombre del clásico de Persia, Nezami, y su poema "The Story of Layla and Majnun".
19. Divergente. 12 monos.
20. Pasteles verdes. La vena de la balada setentera de Latinoamérica.
21. Luego soñé la inconsistencia. Utopía de Moore. Lo ancestral más allá de las estrellas.
22. Bobby Lee. Stan Lee, Kato kung Lee, Jim Lee, General Lee, Bruce Lee, los Robertos y la gloria que jamás llegó.
23. The Joker’s Scars. Who So Serious?
24. Who Killed Retro Girl? El mejor nombre de una Superheroína. Lástima que está muerta. Bendis.
25. En la ruta de la onda*.
26. Cocina a Microondas. Curso intensivo: No se te quemen las palomas, Sin regar leche o liquido, Las tortillas sin sudar, Las instantáneas, Calentar el café, El té. Plátanos “hervidos”.
27. Duende de trufas. Despectivo: pobre diablo, infeliz, ingenuo, sin comprensión, débil, menos.