“Siempre hay una primera, siempre hay una primera mujer esa qué… nos descubre y en la que descubrimos cosas, la pena es que para mucha gente de mi generación esta primera mujer ha sido, ha sido siempre una profesional” La Primera (Joan Manuel Serrat)
Soñé que me despertaba en mi cuerpo de 5 años.
La cobija de lana picaba, picaba mucho, abrió los ojos y la oscuridad de inmediato permitió el destello de los 6 helados plasmados en su playera; metió los pies en las chanclas y cerró la ventana. Hoy llovió todo el día.
-¡Mamá! –GRITABA buscando en los rincones de la casa.
Decidió abrir la puerta ó decidí abrir la puerta, ambos teníamos frio; los charcos de la intensa lluvia chupaban nuestras uñas de los pies, la pijama mojada pesaba horrores.
Su búsqueda continuó sin resultados. Al parecer su mamá se había ido al cine en compañía de su novio. Decide ir hasta el cine, encontrarla, me da miedo. Regresamos corriendo a la casa, la señora de falda de bolitas lo toma de la mano y me lleva a su casa.
La cobija de lana picaba, picaba mucho, abrió los ojos y la oscuridad de inmediato permitió el destello de los 6 helados plasmados en su playera; metió los pies en las chanclas y cerró la ventana. Hoy llovió todo el día.
-¡Mamá! –GRITABA buscando en los rincones de la casa.
Decidió abrir la puerta ó decidí abrir la puerta, ambos teníamos frio; los charcos de la intensa lluvia chupaban nuestras uñas de los pies, la pijama mojada pesaba horrores.
Su búsqueda continuó sin resultados. Al parecer su mamá se había ido al cine en compañía de su novio. Decide ir hasta el cine, encontrarla, me da miedo. Regresamos corriendo a la casa, la señora de falda de bolitas lo toma de la mano y me lleva a su casa.
Despertó con un oído tapado acompañado del primer estornudo del día. La almohada olía aún al sudorperfumeshampo de su cabello; de eso hace dos días. El peculiar olor alimentó la erección matutina. Descolgó el teléfono y marcó.
-5 letras verticales. Se dice de aquello que mató a Othelo –Carmen con revista y lápiz en mano leía a Isidro por el auricular. Regularmente respondía el teléfono de esa manera. No “hola”, no “bueno”.
-Putaa, ¿Puss no sé?... Un puñal ¿no?–Isidro moviendo el mentón, intentando destapar el oído respondió.
-¡No chiquito! No seas tan vulgar –Dijo Carmen mientras mordía la goma del lápiz y notaba que una de las uñas de sus pies se estaba despintando.
-… Bueno lo que sea, ¿nos veremos en la noche para cenar? Supe de unos tacos buenísimos, vamos ¿no chata? –Preguntó Isidro.
-No sé, igual veo a Martha. Desde cuando estamos que nos vemos. Está reloquita mi amiga… Oye te llamo luego, me voy a bañar, soy… Digo, estoy cerdisima jeje.
-Mm, sale, me llamas si te desocupas, ¿sí?... oye, te quiero chata –Desanimado escuchó como colgaba Carmen.
Carmen inmediato cuelga el teléfono marca un número. No deja de ver las uñas despintadas, la del meñique le hipnotiza. Suena tres veces, Armando responde.
-Hola muñeca, justo pensaba en ti ¿Vendrás?
-Ah sí ¿Y qué pensabas eh?... Al ratito llego, sólo promete que me darás muchos besitos, de esos que me encantan ¿lo harás? –Dijo Carmen mientras rayaba con el lápiz la zona despintada del dedo meñique.
Esa tarde-noche Carmen toca el timbre una y otra vez. Impaciente. Se siente perseguida, vigilada. A punto de dar el cuarto timbrazo Armando abre la puerta, la jala del brazo metiéndola a su casa; comienza a besarla, la besa toda. La falda decorada de círculos sube por su pierna, la mano de Armando viaja en los muslos de Carmen. Los dedos chocan en la vulva a Carmen le chocan las ideas. Decide no pensar.
Batallón de paracaidismo
-Entonces estos son los mentados tacos… Mm, puss sabrosones están pero no sé, el lugar está medio achocholado, ¿no? ¿Qué pedo con ese poster del Indio Fernández? –Luis con taco en boca vociferaba entre tragada y tragada.
-…Ajá, estos son los mentados tacos –Isidro responde. Está molesto y preocupado. Su orden de surtido luce intacta.
-Oye mano, te acuerda de los pinches paracaídas, esos que hacíamos de bolsas de chedraui, y que les colgabas un pinche “Santo”, un Boris Karloff en la onda Frankestein o el soldadillo... –Emocionado, nostálgico y atragantado arremetía sin sentido Luis.
-¿Eh? – (acto fallido)
-¿Eh? – (acto fallido)
1. Busca un mono ligero, de preferencia que carezca de articulaciones, si es de plástico sería increíble.
2. Abajo del lavabo de tu mamá hallarás la colección imposible de bolsas del “súper” de tu mami. Búscate una bolsa de chedraui. Cerciórate que esté seca y que no contenga sangre de algún filete o retazo de chuleta.
3. Dile a tu primo al que no le tiembla el pulso que dibuje un círculo lo más perfecto posible sobre la bolsa; al mismo primo pídele que corte el círculo de la bolsa (la pericia de su pulso es majestuosa).
4. Dirígete al cuarto de costura de tu abuela paterna. Toma la aguja nueva; de inmediato pincha un número considerable para las mordazas de tu paracaídas. Regrésate al cuarto de tu abuela y toma hilo, sería recomendable que éste también fuera nuevo.
5. Amarra con nudos resistentes cada una de las mordazas; las caídas de los hilos las sujetaras a las extremidades de tu valiente amigo.
6. En la casa de tu abuela paterna está el techo más alto del barrio, sube ahí. Antes de arrojar a tu gallardo mono, no olvides hacer los correspondientes dobleces al paracaídas –la bolsa- hasta que veas un rectángulo pequeño a su espalda –la del mono-.
7. Ahora sí, arrójalo hasta el sol.
-No hay otra mai, es la única y patentada… ¿Te vas a comer tus tacos o me los chingó? –Finaliza Luis la instrucción, seguro, satisfecho y gratificado.
-Ah por cierto, me decías que vendrías con Carmen. Neta, se fue con la “martinis”, che vieja esa, ¿Qué cagado?... –Irrumpió Luis por fin en el contexto.
-Por qué “¿Qué´cagado?” –Preguntó Isidro.
-Nada mai, es que antes de llegar, como a las 11:00, vi a Martha. Iba comiendo un helado, no mames, un helado en la noche. Primero no es que la haya visto, bueno que supiera yo que era ella. Lo que me llamó la atención de la chava, qué bueno era Martha, pero que yo no sabía que era ella… Es lo del helado; digo, yo no me saco de onda que la gente coma helado en la noche, sólo que, ¡A las 11 de la noche en pleno centro y solita! Te digo, esa vieja es bien orate, cagado ¿no?... El punto es que casi la plancha un coche. Le echó las luces, pude ver la cara de Martha cagada de miedo, el pinche heladote qué creo era doble se fue a la mierda. Y esa es la explicación cagada de “qué cagado”. Me acorde de haberla visto nomás por el helado, sino ni en cuenta, y eso que hablamos de ella antes. –Después de un trago de horchata y de arrasar completita la de surtido dijo, confundió y explicó razones Luis.
2+4=6, 3+3=6, 1+5=6 (considerando el helado doble, utilice los factores como guste)
-Qué raro, hace rato le envié un mensaje a Carmen preguntándole si seguía con Martha, respondió “sí, estamos en mi casa”. Tú viste a Martha, sola, a las 11:00 aquí en pleno centro. Tú y yo nos vimos a las 11:15, porqué quedamos a las 11:00, pero como eres un pinche impuntual… Espera el mensaje me llegó a las 10:57 ¡No chingues cabrón! en tres minutos imposible que Martha se traslade de la casa de Carmen aquí al centro, está de la rechingada de lejos. Además iba sola. ¡Puta madre! –Isidro convertido en puro nervio armó y desarmó conjeturas. Sacó su cartera y aventó unos billetes a la mesa.
-¿Qué chingada hora es? – Preguntó Isidro mientras la “crisis” lo brotaba de poquito en poquito, como gotero.
-Las 12:00 güey ¿Qué vas a hacer o qué? –Alarmado respondió Luis, veía el ojo izquierdo de Isidro saltar tal cual pulga.
-Va-mos cabrón. Dame un aventón, después te vas si quieres. Haz paro, tengo un mal presentimiento, algo no acomoda.
Nota: ¿Qué pasará? ¿Dónde diablos está la mentada Carmen? ¿La cacharan? ¿Se derramará sangre? Pronto lo sabremos.
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