Duende, el del Araña, Duendes los del Araña. En algún momento hablaré de Green Goblin punto de partida para el villano presentado el día de hoy: Hobgoblin. El primer Hobgoblin surge a principios de los ochenta, su nombre era Rodery Kingsley un empresario poco ético y criminal. Su relación en el legado Goblin se dio gracias a un matón (Lefty Donovan) quien tenía en su poder el diario de Norman Osborn (sic). De esta forma Kingsley se hizo del diario y a su vez de los secretos del Green Goblin (sic). Primero utilizó de peón al mismo Donovan, enfundándolo en el traje del Duende para después enfrentarlo al Araña, luego de esto lo mató. En lo que podríamos llamar su primera aparición oficial (septiembre del 86, Novedades), se plantea su origen -el descrito- y un enfrentamiento caótico que tensó la ya difícil relación entre Spider Man y Black Cat (eran los años en que tenían un romance). Se suma el hecho que desde ese momento la identidad del Hobgoblin fue uno de los mayores secretos de Marvel, el trato dado por los diferentes guionistas entre quienes destacan Tom de Falco y Cristoper Priest, lo permitió. Se especuló en principio de Flash Tompshon -yo llegué a pensar en Harry- ante la sorpresa de varios, Ned Leds era el Hobgoblin. Años más tarde nos enteraríamos que Kingsley estuvo atrás de todo, un montaje. En la serie llamada “El reto del Nuevo Duende” Spider y él se vuelven a enfrentar, sólo que en este caso es un encargo The Rose (hijo de Kingpin), Kingsley se dio el tiempo para intentar asesinar a Harry Osborn (heredero legitimo del Green Goblin), esto fue fallido. En ese mismo número Mary Jane le revela su tormentoso pasado a Peter, describiéndole la violencia que sufrió su familia y ella por parte de su padre, un escritor fracasado y neurótico.
Algo que hace esencial a este personaje en la continuidad del Araña es precisamente su irrupción y causa, las intervenciones del Hobgoblin han influido en la dirección y madurez de muchos personajes que conforman el imaginario de Spider Man.
Vendría un nuevo reclamo al manto del Duende, Jason Macendale, un ex mercenario de la CIA encarcelado, conocido también como Jack O'Lantern. En reclusión conoció a Flash Thompson, (encarcelado por aquella confusión de identidad). Macendale ansiaba el poder del Hobgoblin, al dar cuenta que Thompson no fue nunca el Duende decidió buscar al original Duende y matarlo. Exacto, se echó al plato a Ned Leds, de ahí él sería el Nuevo Duende. Vendrían enfrentamientos diversos con el Araña, peleas ilustradas y escritas –magistralmente- por McFarlane. Sin embargo la serie que marcaría el paso de Macendela en el manto del Hobgoblin sería la llamada Infierno. Un Macendale derrotado y ante un Manhattan invadido de demonios, decide venderle el alma a uno de estos (N’ Astirh), a tal efecto que el pacto se concretó. Macendale sólo fue el recipiente para un demonio: Demogoblin. McFarlane ocuparía la intervención de este demonio para presentarnos su propia versión del Duende, un ser demoniaco y deforme exiliado en las cloacas de Manhattan. En la serie “Máscaras” se deja a un lado el lado humano de Macendela dando paso a un poseso Duende mesiánico en busca de un discípulo. Para alcanzar dicho propósito secuestra y asesina a un número considerable de habitantes de la Gran Manzana, entre ellos la madre de su aprendiz, un niño de siete años. Las claustrofóbicas viñetas de McFarlane, así como las páginas libres de éstas otorgan de una singular peculiaridad a esta historia: drogas, una sociedad inmunda, medios de comunicación, héroes, antihéroes y un espíritu de la venganza (Ghost Rider) explotan en una historia de pecado y su correspondiente expiación. Macendale sería separado de esta posesión demoniaca en manos de otros guionistas, finiquitando su participación ante el regreso del original Hobgoblin, Kingsley… Ajá, lo asesinó.
Lo que para muchos en principio fue la peor decisión de Marvel, el regreso de Norman Osborn –ahora sabemos que no fue así-, permitiría enlazar la historia de los Goblins, y traer de nueva cuenta a Kingsley quien por un tiempo chantajeó a Norman en base al famoso diario; un acuerdo, y el Hobgoblin regresó del retiro y estrenando nuevo equipo: alas en lugar del ya famoso planeador, una espada de fuego, un atuendo más siniestro, una imagen más cercana al boceto de Alex Ross, aquel propuesta –desechada, que mal- para la adaptación de Sam Raimi. Poco le duró el gusto a Kingsley. Un Phil Urich (sobrino de Ben Urich, el periodista amigo de Daredevil), loco como una cabra, le cortaría la cabeza con su propia espada. ¿Adivinen quién es el nuevo Hobgoblin?.
Quién sea que esté debajo del manto de Hobgoblin debe cumplir un único requisito, está bien, dos: odiar hasta el hartazgo al amigable vecino y estar bien, pero bien alejado de la “realidad”, de las razones. Larga vida al Hobgoblin.
Algo que hace esencial a este personaje en la continuidad del Araña es precisamente su irrupción y causa, las intervenciones del Hobgoblin han influido en la dirección y madurez de muchos personajes que conforman el imaginario de Spider Man.
Vendría un nuevo reclamo al manto del Duende, Jason Macendale, un ex mercenario de la CIA encarcelado, conocido también como Jack O'Lantern. En reclusión conoció a Flash Thompson, (encarcelado por aquella confusión de identidad). Macendale ansiaba el poder del Hobgoblin, al dar cuenta que Thompson no fue nunca el Duende decidió buscar al original Duende y matarlo. Exacto, se echó al plato a Ned Leds, de ahí él sería el Nuevo Duende. Vendrían enfrentamientos diversos con el Araña, peleas ilustradas y escritas –magistralmente- por McFarlane. Sin embargo la serie que marcaría el paso de Macendela en el manto del Hobgoblin sería la llamada Infierno. Un Macendale derrotado y ante un Manhattan invadido de demonios, decide venderle el alma a uno de estos (N’ Astirh), a tal efecto que el pacto se concretó. Macendale sólo fue el recipiente para un demonio: Demogoblin. McFarlane ocuparía la intervención de este demonio para presentarnos su propia versión del Duende, un ser demoniaco y deforme exiliado en las cloacas de Manhattan. En la serie “Máscaras” se deja a un lado el lado humano de Macendela dando paso a un poseso Duende mesiánico en busca de un discípulo. Para alcanzar dicho propósito secuestra y asesina a un número considerable de habitantes de la Gran Manzana, entre ellos la madre de su aprendiz, un niño de siete años. Las claustrofóbicas viñetas de McFarlane, así como las páginas libres de éstas otorgan de una singular peculiaridad a esta historia: drogas, una sociedad inmunda, medios de comunicación, héroes, antihéroes y un espíritu de la venganza (Ghost Rider) explotan en una historia de pecado y su correspondiente expiación. Macendale sería separado de esta posesión demoniaca en manos de otros guionistas, finiquitando su participación ante el regreso del original Hobgoblin, Kingsley… Ajá, lo asesinó.
Lo que para muchos en principio fue la peor decisión de Marvel, el regreso de Norman Osborn –ahora sabemos que no fue así-, permitiría enlazar la historia de los Goblins, y traer de nueva cuenta a Kingsley quien por un tiempo chantajeó a Norman en base al famoso diario; un acuerdo, y el Hobgoblin regresó del retiro y estrenando nuevo equipo: alas en lugar del ya famoso planeador, una espada de fuego, un atuendo más siniestro, una imagen más cercana al boceto de Alex Ross, aquel propuesta –desechada, que mal- para la adaptación de Sam Raimi. Poco le duró el gusto a Kingsley. Un Phil Urich (sobrino de Ben Urich, el periodista amigo de Daredevil), loco como una cabra, le cortaría la cabeza con su propia espada. ¿Adivinen quién es el nuevo Hobgoblin?.
Quién sea que esté debajo del manto de Hobgoblin debe cumplir un único requisito, está bien, dos: odiar hasta el hartazgo al amigable vecino y estar bien, pero bien alejado de la “realidad”, de las razones. Larga vida al Hobgoblin.
Creado por Roger Stern y John Romita, Jr.
Marvel, primera aparición: The Amazing Spider-Man #238 (1983).
Marvel, primera aparición: The Amazing Spider-Man #238 (1983).